Sin avances importantes. Todo bloqueado. Son los mensajes que salían anoche de la quinta sesión de la mesa de negociación del nuevo gobierno de la Generalitat cuando ya algunos se habían levantado de las sillas (obligaciones de agenda) pero el encuentro continuaba su curso. Pasadas las 23 horas se levantaba la reunión, cuando ya solo se hablaba de los ejes programáticos. Todo está abierto a horas del plazo límite que los propios negociadores se han marcado (mañana), pero al menos el «qué», el programa, está «casi» cerrado.

Para los optimistas, es la tradición negociadora europea. Eso de zanjar acuerdos en Bruselas los presidentes a las cinco de la madrugada y con los ojos rojos que cuentan a veces los telediarios.

Realmente, los problemas del caso valenciano están en la estructura del nuevo Consell, que es una manera generosa de decir que PSPV, Compromís y Unides Podem no se ponen de acuerdo de manera alguna sobre el reparto de conselleries.

Más que avanzar, la sensación es casi de dar pasos atrás, comentaba anoche en privado uno de los 18 miembros de la comisión negociadora. Las cinco reuniones suman cerca de 30 horas de encierro sin que salgan del bucle.

El bloqueo tiene varios frentes, anclados desde hace unas cuantas reuniones. Por un lado, está el choque sobre el número total de carteras del nuevo ejecutivo de izquierdas. Por otro, la discusión sobre si el president, Ximo Puig, ha de estar dentro de la mitad del total de conselleries o queda al margen. Y además, están los conflictos internos sobre cómo repartir los dos departamentos que irían a manos de Unides Podem y los que estarán bajo control de Compromís (qué parte al Bloc y cuál, a Iniciativa).

Al margen estarían las diferencias sobre los ejes programáticos, si bien es donde se ha avanzado más. Algo es algo.

En resumen, la situación sobre la estructura del posible ejecutivo está así: Podemos no se baja de las doce carteras (14 lo ven «un exceso» e «innecesario») y Compromís reclama esas 14 para mantener cinco bajo su manto y no ofrecer el mensaje de que pierde espacio de poder. Los socialistas prefieren la fórmula de doce, pero aceptarían la de catorce si eso significa el consenso.

La exigencia del PSPV desde el primer día es que, en función del resultado electoral (fue primera fuerza el 28 de abril), debe tener como mínimo el mismo número de departamentos que los otros dos socios en conjunto. Así, la solución de doce derivaría en un esquema de seis conselleries socialistas, cuatro de Compromís y dos de Unides Podem. La de catorce supondría siete áreas para el PSPV, cinco para la coalición de Mónica Oltra y dos para la confluencia morada.

El debate está así desde la semana pasada. Ayer se añadió además una discusión nueva. El PSPV quiere que el jefe del Consell esté exento de esas ecuaciones. Es decir, que el número total sea impar, añadiendo Presidencia al global de conselleries. Serían así trece o quince.

Pero Compromís no quiere. Pidió que Puig sea incluido entre las 6 o 7 carteras (en función de la solución final) que tendría el PSPV. Otro asunto pendiente de solución.

La comisión se dividió ayer en un grupo que continuó con el debate del programa, mientras la subcomisión de arquitectura institucional pasaba a abordar las distintas áreas que podría tener el Consell aparcando la cifra total de carteras.

La negociación entra así en su fase final sin avances notables hasta la fecha en los asuntos más trascendentales. Mañana está prevista la última reunión oficial, donde se debería cerrar un acuerdo que los distintos partidos refrendaran el lunes, pero la salida aún se ve lejos. Necesitará hoy de un empujón importante.

Mientras tanto, hay cuestiones secundarias que han quedado aparcadas, como el nombre del pacto. Los negociadores se refieren a él como «Botànic II», pero no se ha hablado. El candidatos de Unides Podem lanzó hace días la idea de Pacte del Montgó. Por descentralizar. Queda lejos.

Como la cuestión de las vicepresidencias. Una segunda (ahora solo está la de Oltra) es el objetivo de los morados y Compromís (Iniciativa, para ser exactos) se la concedió en la sesión del jueves. Podemos, sin embargo, no ha ablandado su posición y rechaza que la coalición tenga cinco departamentos. El PSPV, por su parte, insiste en una tercera para ellos si tienen que haber más de una.

El programa va más fluido. En Unides Podem reconocen que se ha incluido buena parte de sus exigencias. Sin embargo, siguen atascadas medidas que fueron un dolor de cabeza en la pasada legislatura. La tasa turística sigue sin contar con el beneplácito de los grupos. El impuesto sobre la vivienda vacía tampoco ha sido bien recibido por las dudas que suscita su aplicación por un gobierno autonómico. Mientras, los morados reconocen que la empresa pública de energía sí que saldrá adelante.

Unides Podem reclama además una nueva variable: calendarizar la promulgación de medidas pactadas para evitar que