Los 46 estudiantes de la Universitat Politècnica de València (UPV) que integran el equipo Azalea han rediseñado la tradicional barraca valenciana para convertirla en una vivienda del siglo XXI que sea "eficiente y sostenible", para competir en la competición Solar Decathlon Europe 2019.

El Proyecto Azalea ha sido inaugurado este lunes por los integrantes del equipo; el alcalde de València en funciones, Joan Ribó, y el rector de la UPV, Francisco Mora.

La casa, de 80 metros cuadrados y siete metros de altura, representará a la institución académica en la Solar Decathlon Europe, que tendrá lugar del 26 de junio al 28 de julio en Szentendre (Hungría).

Durante dos años, este equipo de estudiantes de distintos grados de la UPV ha estado trabajando en el proyecto para mejorar la eficiencia de la vivienda.

Alina Marín, una de las integrantes del grupo y estudiante del Grado en Ingeniería de la Energía, ha explicado que se trata de combinar tecnología, materiales y técnicas ya existentes para obtener soluciones innovadoras.

El proyecto se basa en la arquitectura prefabricada, con una vivienda sostenible desde la producción energética mediante placas solares hasta huertos que suministran alimentos de temporada. Además, se ha priorizado el uso de materiales autóctonos de València como la cerámica, así como el uso de materiales como la madera y el aislante natural.

La estructura de la barraca es de vigas y pilares de madera laminada con herrajes metálicos, lo que permite que sea una estructura ligera, construida en seco y preparada para ser montada y desmontada. Por otro lado, la madera proviene de bosques de explotación sostenible.

"Hemos conseguido una casa totalmente autosuficiente, modular, construida principalmente con madera y aislada con corcho, que presenta una demanda energética muy baja", ha detallado, al tiempo que ha puntualizado que han querido "innovar en pequeños detalles" que les hacían "desmarcarse de los demás".

En este sentido, ha señalado que este proyecto tenía "una historia detrás" de la barraca valenciana y cree que eso "ha enamorado bastante al concurso". "Hemos intentado innovar en pequeños detalles, el aislante térmico de nuestra vivienda es corcho reciclado, recogido de una campaña de reciclaje".

"Todos los muros tienen una capa enorme de corcho triturado, lo que supone un aislamiento térmico y acústico perfecto para una vivienda. Intentamos que, con el menor impacto posible, podamos conseguir las mejores prestaciones para vivienda", ha resaltado.

En cuanto a la instalación fotovoltaica, Marín ha apuntado que la vivienda está preparada para cubrir el consumo durante todo el día y esperan ser capaces de vender energía a partir de las 19.00 horas, uno de los requisitos del concurso. "Creemos que estamos preparados", ha apostillado.

Asimismo, ha detallado que cuentan con un equipo centrado únicamente en la gestión de las aguas y ha indicado que la casa tiene filtros verdes, cultivos hidropónicos y cultivos que "intentan tratar lo máximo el agua para poder reutilizarla". "Estamos intentando ahorrar al máximo todo el agua y poder reutilizarla. La vamos a gastar, pero queremos que tenga una segunda oportunidad para reutilizarla", ha comentado.

Respecto a las diferencias con otros proyectos, Marín ha señalado que su vivienda es la más grande de toda la competición y considera que "estéticamente es muchísimo más espaciosa". "Otros equipos han ido a cosas muy tecnológicas, pero creemos que la importancia de nuestro proyecto es la historia que tiene detrás. No estamos haciendo cualquier casa, estamos haciendo una barraca y queremos que tenga una historia y trascendencia en esta ciudad", ha sostenido.

Preguntada por la posibilidad de comercializarla, ha destacado que la barraca "no tiene sentido como una empresa, sino más como una iniciativa pública que deberíamos de intentar lanzar para que de verdad resolvamos el conflicto que tenemos entre la ciudad y la huerta.

En este contexto, ha abogado por impulsar un nuevo modelo de vivienda que se pueda adaptar respetando la huerta y los límites y necesidades que esta tiene, pero "intentando adaptar algo que se está quedando atrás a nuestro futuro". "La huerta está perdiendo muchísimo terreno y tenemos que encontrar la forma de resolver por qué ha pasado y cómo podemos cambiarlo", ha destacado.

El proyecto Azalea ha tenido un coste de 500.000 euros, que Marín ha detallado que es "el menor coste de todo el concurso" y, preguntada por un precio para una futura vivienda, no se ha aventurado a dar una cifra, aunque ha señalado que su propuesta es "como un Ferrari de competición", ya que tiene "una tecnología demasiado alta para lo que se necesita en esta ciudad".

Marín ha comentado que este martes empezarán a desmontar la vivienda y el 26 de junio arrancará la competición, en la que tendrán 14 días para volver a montarla y otros 14 para demostrar que la casa es "la más eficiente, sostenible y mejor preparada para satisfacer todas las necesidades del concurso" y ha indicado que han querido tener la vivienda terminada lo máximo posible para ir a la competición "lo más preparados posible".

Joan Ribó ha señalado que se trata de una experiencia "muy interesante", que conjuga la figura "literaria e histórica" de la huerta con las nuevas tecnologías. "Es una historia muy bonita para València y su huerta", ha resaltado, al tiempo que ha abogado por que haya "muchas iniciativas de este tipo".

"Nos satisface que estudiantes de las universidades valencianas compartan la necesidad de proteger un espacio que está en el ADN de valencianos y valencianas y en su idiosincrasia tan ligada a la tierra y a la agricultura", ha añadido.

Por su parte, el rector de la UPV ha argumentado que es "un proyecto ideado por jóvenes comprometidos que han trabajado muy duro durante los dos últimos años para conseguir la máxima eficiencia de las viviendas, que pueden convertirse en una opción real parauna ciudad como València".