El discurso de investidura pronunciado ayer en las Corts por el presidente de la Generalitat, contaba con cuatro ejes, según el esquema que los servicios de Presidencia facilitaron a los periodistas. El cuarto era una reflexión aparentemente sencilla -hacer buena política-, pero con una evidente carga de profundidad en un día agridulce para el jefe del Consell. Pasadas las diez de la mañana, Puig se subía a la tribuna sabiendo que sería investido presidente con el apoyo de los 52 diputados de la izquierda, pero que tendría que esperar 24 horas para esa votación.

La investidura interruptus (estaba pactado el receso de 24 horas) era el precio que el presidente pagó por el adelanto electoral que tanto enojó a Compromís, su socio principal. Un contratiempo en el camino de su segundo mandato, pero que podría ser un mal vaticinio de una legislatura con menos "feeling" entre los socios y muchos más conflictos internos y recelos.

En este contexto se enmarcó un discurso en clave ideológica en el que Puig aparcó los grandes anuncios para centrarse en la política con mayúsculas, al menos a la que se aspira y cuyas armas son los valores, los consensos y la mano tendida. Urge, decía Puig, construir consensos en las grandes cuestiones y asumir que los políticos son elegidos para resolver problemas y no para crearlos. «No odiéis ni os apartéis de la política porque sin ella no nos salvaremos», apuntaba el jefe del Consell parafraseando a Manuel Azaña. El presidente de la Segunda República fue, junto a los ya clásicos de sus intervenciones (Winston Churchill o Rafael Chirbes), algunos de los referentes citados por el dirigente socialista.

Pacto contra la violencia de género

El discurso, que no llegó a la hora de duración, arrancó con la promesa de convocar el pacto contra la violencia de género y con el convencimiento de que cuatro años de Botànic habían logrado el objetivo de «pasar pantalla» en la Comunitat Valenciana, «de pasar del paradigma de la corrupción; del de la especulación al de la innovación; y del de la crispación al de la convivencia».

Con guiños a quienes serán sus socios de gobierno (Compromís, el jefe del Consell defendió la diversidad como un valor que suma y sostuvo que gobernará para todos los valencianos. «La democracia es geometría, no teología, podemos tener diferencias, pero nos une las reglas del juego de la democracia», indicó. «Pactar no es traicionar», asestó.

Diálogo y mano tendida, pero también firmeza, aseguró, en la exigencia al Gobierno central de una financiación justa para los valencianos. Será, dijo, « guía y norte y prioridad absoluta del gobierno». Para Puig existe una apelación básica: «Queremos ser españoles iguales», una nueva financiación que haga posible «un acto de justicia» con el 10 % de la población española. Según el presidente, recordará a Pedro Sánchez «desde el minuto cero» su compromiso con la reforma del sistema.

La defensa de las autonomías fue uno de los ejes de su intervención. «No es cierto que la recentralización sea positiva ni favorable a los territorios periféricos, ni en ningún caso para la cohesión», aseguró. «El Estado nunca nos ha tratado como a iguales», se quejó. «La centralización no es la solución, es menos democrática, menos eficiente y más costosa y no es inteligente», añadió.

En este sentido, defendió el autogobierno valenciano que «constituye la raíz de lo que nos une y es el mediador de lo que nos diferencia». Puig apeló a un camino propio valenciano «donde las diferencias se integran en visiones compartidas» y que diferenció, aunque sin especificar, de los territorios con proyectos secesionistas.

Puig hizo descansar su proyecto de Comunitat Valenciana en tres pilares: el crecimiento sostenible y creador de empleo; la igualdadad y la democracia. Se mostró convencido de haber logrado en cuatro años una sociedad «más justa y sensata y haber convertido la Comunitat en un referente para España».

Su proyecto pasa por un pacto social por la innovación con todos los agentes sociales y la universidad y que englobe la agricultura, el turismo y la Industria. Propuso, además, una nueva ley de función pública, una escuela de Administración Valenciana, una oficina de atracción de inversiones, otra de simplificación administrativa y el «reseteo» de la oficina en Bruselas. En materia de empleo, propuso un plan de garantía social y ocupación digna que «atenderá a los colectivos más vulnerables».

La lucha contra el cambio climático fue otro de los retos especificados por el presidente que traerá consigo medidas tales como una ley de cambio climático, la ley de economía circular, el centro de control de la contaminación o el pacto por los bosques valencianos. En su disertación, Puig añadió la agenda valenciana contra la despoblación y la promoción económica de los municipios del interior.

En el ambito de la igualdad, remarcó la lucha contra el machismo, una ley para acabar con la brecha salarial y el rescate y el cuidado de las personas, con especial atención a la dependencia. Algunas de las promesas electorales, como la educacion infantil gratuita de cero a tres años, las becas o el parque público de viviendas estuvieron presentes en un discurso con marcado carácter social.