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'Tarjeta roja' para más de la mitad del Aquarius

La cartulina que representa la expusión en el fútbol significa lo contrario en la protección internacional, ya que identifica a quien ha solicitado asilo, como ha ocurrido con 371 migrantes que llegaron a València

'Tarjeta roja' para más de la mitad del Aquarius

Lo llaman «tarjeta roja» pero ni supone falta grave, ni expulsión alguna. De hecho, significa todo lo contrario aunque tengan idéntico color. Y es que quien tiene la «tarjeta roja» consigue un documento que le identifica como solicitante de protección internacional. Una especie de DNI hasta que el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social resuelva su expediente, un proceso que suele durar entre dos años y dos años y medio. La «tarjeta roja» se va renovando y supone el ingreso del solicitante en el sistema de acogida e integración de España. El Ministerio del Interior afirma que de las 629 personas que llegaron a València a bordo del Aquarius «han formalizado su solicitud de protección internacional 371 personas. Esas solicitudes han sido admitidas a trámite y están el proceso de instrucción». Más de la mitad de los pasajeros del Aquarius tienen pues la «tarjeta roja». Sin embargo, desde la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) recalcan que el documento «es provisional» y que a día de hoy «no conocemos a nadie del Aquarius que haya recibido la protección definitiva y nos preocupa que se habilitara una vía segura para ellos y después de dos años de trabajo con las entidades se queden fuera del sistema y pasen a estar en situación irregular porque no olvidemos que solo una de cada cuatro solicitudes consiguen la protección definitiva».

Hace justo un año, un día como hoy, 629 personas desembarcaron en València en busca de protección. Llegaron a bordo del barco Aquarius, un buque que les rescató del mar que cada día engulle a otros tantos migrantes como ellos en una sangría que no cesa. Subieron al barco en el que operaban conjuntamente Médicos Sin Fronteras (MSF) y SOS Mediterranée, que tuvieron que suplicar y negociar que algún puerto les permitiera dejar en tierra firme a quienes habían rescatado, exhaustos y abandonados, frente a las costas de Libia. Buscaban protección y necesitan tierra firme con urgencia.

Y es que el 8 de junio, Matteo Salvini hizo a las bravas lo mismo que Malta estaba haciendo, pero con más discreción: cerrar sus puertos a los barcos que rescataban náufragos migrantes. Las 629 personas del Aquarius fueron las primeras damnificadas de aquella decisión que revolucionó a una Europa que volvió a respirar cuando Pedro Sánchez cogió el testigo de la Generalitat Valenciana -en una decisión conjunta del president Ximo Puig y la vicepresidenta Mónica Oltra- y ofreció el Puerto de València para que atracara el Aquarius y desembarcaran las 629 vidas que viajaban a bordo. Fue la primera solución excepcional al drama (otras situaciones similares llegaron después) y tras una espera de 2 días de incertidumbre -hasta que València ofreció su puerto- y 9 de viaje, el Aquarius desembarcó ante una gran expectación mediática. Y se convirtió en emblema. Y València se situó en el mapa de la solidaridad internacional.

¿Dónde se encuentran?

Un año ha pasado desde esa llegada de personas migrantes a tierra firme. Pero, ¿qué ha pasado con ellos? ¿Dónde están? ¿Qué hacen? La primera respuesta llega del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, que confirma la inclusión de 419 personas en los dispositivos del Sistema de Acogida de Protección Internacional financiado por el ministerio y repartido por toda España; la presencia de 61 menores extranjeros no acompañados (menas) que se concentran en recursos de la Generalitat Valenciana (aunque la Generalitat solo reconoce 14); los 80 migrantes que pidieron asilo en Francia; y las 69 personas que llegaron en el buque pero antes o después abandonaron el proceso y nada se sabe ahora de su paradero.

De las 629 personas que llegaron, un total de 200 residen ahora en la Comunitat Valenciana (139 adultos y 61 mena) en las plazas de acogida de las distintas entidades que integran el sistema. Una de ellas es Cruz Roja (cuenta con 10 migrantes del Aquarius) y la responsable del programa provincial de personas refugiadas, Yolanda Amiñoso, explica cómo funciona el proceso.

«La mayoría de los migrantes del Aquarius están en la fase de preparación para la autonomía porque tras salir de Cheste ya manifestaron su voluntad de ser acogidos y formalizaron su solicitud, por eso fueron distribuidos por España en función de los recursos existentes. Un mes después de la entrevista con el Ministerio del Interior ya se obtiene la 'tarjeta roja' y seis meses después, cuando la renuevan, ya se les incluye el permiso de trabajo que es un gran salto. Todo el proceso de acogida dura 18 meses y consta de dos fases: acogida e integración. Los migrantes del Aquarius son jóvenes (menores de 40 años) que se han involucrado mucho en aprender el idioma, formarse, buscar empleo... Huyeron de sus países porque su vida corría peligro y merecen una oportunidad, ellos y todos porque hemos tenido un Aquarius en València, pero el drama no cesa», concluye Amiñoso.

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