El estudio de Cocemfe y la Fundación Mutua de Propietarios señala que cuando el domicilio se convierte en «una cárcel», esto también afecta a la autoestima de las personas perjudicadas. Así, se establece que existe una clara relación entre la falta de autonomía y el estado de ánimo, ya que un 63 % de las personas con movilidad reducida se sienten mal con ellas mismas. Esta percepción, según los datos, se acentúa en los mayores de 70 años, que son quienes reconocen pasar más días sin salir de casa.

Pablo Cervera apunta que él consiguió superar los años en que estuvo «atrapado» con «calma y paciencia», pero clama por la falta de ayudas a las personas dependientes -él solo tiene la atención de un profesional un rato por las mañanas, y de lunes a viernes. «Yo me he quedado fines de semana sin levantarme de la cama, porque no tengo el servicio y dependo de la buena voluntad de la gente para levantarme, limpiarme, o simplemente, acercarme un vaso de agua a la cama», relata. Por suerte, Pablo cuenta con ayuda de su entorno, como el 72 % de los encuestados, y con una silla de ruedas eléctrica y de gran tamaño, que le permite ser autónomo pero «a un precio prohibitivo», se queja.

A pesar de todos estos problemas, el joven no cree que vivir en una residencia totalmente adaptada sea la solución. «Si tuviera 50 años, me quedaría muy ancho con la vida institucionalizada y sin cocinar ni lavarme la ropa, pero con 36 aún me queda vida, ¿Tengo que verla pasar?», se pregunta, mientras hace lo que está en su mano para ser lo más autónomo posible.