Segundo día de abrazos, de familia y de eso que antes decían trajes de vestir. Día de gala para la izquierda en el salón más noble del Palau, el de los grandes actos, y día para leer en pequeños gestos. Como cuando Arcadi España se saltó el protocolo para fundirse en un abrazo sentido con su padre político y president, Ximo Puig, antes de hacer lo propio con la vicepresidenta, Mónica Oltra, la que leía los nombramientos y llamaba a los consellers a prometer el cargo.

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La duración del contacto corporal entre el hasta ahora jefe de gabinete de Presidencia y Oltra indica que el gesto no tenía como fin el desaire, sino solo la expresión de gratitud a quien lo ha aupado a una conselleria. Los abrazos que siguieron a los miembros del gobierno ya conocidos demuestran además que España es como si ya estuviera entre ellos.

La novedad es atractiva, así que el nuevo titular de Política Territorial, Mireia Mollà y Carolina Pascual fueron los principales focos de atención ayer, cuando la ausencia de representantes de partidos de la derecha volvió a brillar. A Rubén Martínez Dalmau y Rosa Pérez Garijo, también debutantes, se les daba por consellers desde hace días y el factor sorpresa ya no operaba igual.

La entrada del Consell al salón ya mostró que algo es diferente en este Botànic II. Ximo Puig y Mónica Oltra, líderes de PSPV y Compromís, no entraron solos cuando ya estaban los familiares y representantes de la sociedad civil sentados, como en 2015. Junto a ellos iba ahora el elemento nuevo, Martínez Dalmau, el candidato de Unides Podem, la tercera pieza del nuevo gobierno, con rango de vicepresidente segundo pero sin grandes competencias.

La visibilidad de Dalmau

Si la confluencia morada aspiraba a visibilidad, la va consiguiendo. Dalmau ejerció de vicepresidente, con un estatus formal en el protocolo superior al del resto de consellers. El principal reto del nuevo ejecutivo es precisamente, la cohesión interna, al contar con representantes de tres fuerzas, dos de las cuales incluso suman seis sensibilidades en total.

Puig dejó referencias a esta circunstancia en su discurso ante el nuevo Consell, terminado de atar la noche anterior. Este ha de ser «un único gobierno», advirtió a los consellers. «Los éxitos los conseguiremos si somos capaces de gestionar adecuadamente la diversidad», dijo reutilizando una expresión muy del vocabulario botánico.

Algo así, una llamada a la responsabilidad individual en pro del bien común, vino a decir con una cita de Alejandro Magno: «De la conducta de cada uno depende el futuro de todos». Acabó con otra del mismo cariz del padre de la socialdemocracia alemana y referente personal de Puig, Willy Brandt: «Lo que pertenece a todos crece con todos juntos».

Puig pidió a los integrantes de su gobierno alejarse de usos partidistas del cargo: «Hay que gobernar para todos. Los gobiernos son del pueblo, no de los partidos».

Con esa encomienda se fueron del Palau para una ceremonia más (en días como esto queda claro que un porcentaje alto del gobierno es liturgia), la del traspaso de carteras en cada departamento. En esos actos fue Oltra la que les puso deberes, al entregarles el manual del buen gobierno.

Al Consell le queda ahora definir el segundo escalón. La primera idea era celebrar un pleno ya hoy, pero finalmente será el viernes. Básicamente porque la estructura no está terminada de concretar. Por ahora, lo que hay es el Consell más vertebrador de la historia, con cinco miembros nacidos en Alicante y con una conselleria nueva, la de Innovación, que tendrá su sede en la citada ciudad, una experiencia pionera que habrá que ver cómo se ejecuta si va ligada a la movilidad de funcionarios. La conselleria se instalará allí, pero la Agencia Valenciana de Innovación (AVI) continuará entroncada en València, según los planes del ejecutivo.

A Puig le queda por delante además la reestructuración de Presidencia tras la salida de España, las vacantes existentes y otras posibles bajas. Por lo comentado en los corrillos posteriores, el jefe del Consell pretende aumentar la cuota femenina en el organigrama del Palau, ahora escasa.

En un Consell con representantes de PSPV, Compromís y Unides Podem, Mollà y España se perfilan como los escuderos de Oltra y Puig. El nuevo conseller de Política Territorial ya tiene experiencia como armonizador de la relación entre los líderes. Ahora se espera que juegue ese papel en la mesa del Consell, con una tercera formación que genera muchas incógnitas tras la negociación. Se comprobará pronto. Ahora toca pasar ya del protocolo a las políticas.