Algunos de los opositores docentes podrían estar impartiendo clase a partir de septiembre justo en las mismas aulas que, desde ayer, acogen las pruebas de 58 especialidades diferentes de Secundaria, Formación Profesional (FP) y otras enseñanzas. De hecho, muchos de los 348 tribunales repartidos entre València, Castelló y Alicante se han ubicado en centros que cuentan con las especialidades que evalúan.

Ayer, se inició la convocatoria de oposiciones más masiva en 30 años, con 19.500 opositores que persiguen una de las 4.636 plazas ofertadas. El IES Misericòrdia de Valencia acogía a los examinantes de Biología y Geología (Secundaria), y los de Intervención sociosanitaria y Servicios a la Comunidad, estas últimas de FP.

María Silvia Sáez, de Vilamarxant, quiere ser profesora de FP y se ha preparado a través de una academia, explica tras la primera prueba. «Creo que me ha salido bien. Me ha tocado uno de los temas que llevaba mejor preparados y que mejor podía defender», celebraba. Pedagoga de formación, asegura que después de dedicarse a la animación sociocultural, «quería darle un giro a mi vida, y esto era una buena oportunidad, porque la docencia siempre me ha llamado la atención». Además, destaca que este año «era una ocasión que no se podía desperdiciar».

De la misma especialidad que María Silvia (Intervención sociosanitaria) es Melania Orquín, de Gandia, que también salía contenta y se presenta por primera vez a unas oposiciones. «Soy educadora social, hice el Máster de Secundaria porque me gusta la educación; me he presentado a varios exámenes para conseguir los méritos y espero entrar en bolsa y tener alguna oportunidad de trabajar en la pública», relata.

Consolidar la plaza

Silvia Ordiñana, de Genovés, es otra de las candidatas, aunque en su caso es interina desde hace una década. «Busco la estabilidad ahora que han salido tantas plazas, y creo que ya toca», considera. Opina que la baremación sí es justa, pero que «se debería valorar más la defensa de la práctica». «Debería ir antes que la teoría y la memorística, porque es ahí dónde se ve si eres o no buen docente; ahora, la parte teórica puede dejar fuera a muchos buenos profesores», lamenta.

También busca consolidar plaza José Manuel Reyes, después de tres años como interino, y opina que el procedimiento «nunca será totalmente justo». «Es verdad que los que tenemos más experiencia deberíamos tener un proceso diferente o una consolidación de empleo, como ha pasado algún año...», reflexiona. «A la administración le viene muy bien tener interinos y movernos, pero somos personas y es duro, porque estamos trabajando y estudiando a la vez, llevando una familia y una casa... y es difícil», explica. «A última hora surgen muchas emociones, porque nos jugamos mucho», confiesa.

La docencia también ha sido siempre la vocación de Mar Climent, de Alcoi, licenciada en Ciencias Ambientales y que oposita por Biología. «Hasta el momento no había tenido la oportunidad de presentarme, por cuestiones laborales, y se ha notado que he estudiado, porque ha salido muy bien», reconoce emocionada, ya que «es mucho estrés estudiar todo un año y jugársela en un día».

Además de conseguir estabilidad o cumplir sueños, esta convocatoria también es una oportunidad para que muchos docentes valencianos vuelvan a la terreta. Es el caso de Yasmina Mayordomo, que enseña en Cataluña y considera que esta convocatoria «ha sido increíble». «Sabemos que no puede ser así todos los años, pero ojalá pasara más frecuentemente», desea.

En su caso, también ha sido un año duro: «trabajo a jornada completa, y he estado yendo a un preparador. Estoy contenta porque el examen me ha salido bien, pero es muy subjetivo y ahora toca esperar», apunta con prudencia.

Largas esperas y anécdotas

Detrás del número de opositores hay muchas historias. Está la historia de una mujer a la que le robaron la cartera ayer por la mañana; la de un joven que se fracturó la mano el viernes pasado y no pudo escribir con la escayola; la de una chica que lloraba por su mala suerte con los temas; o la de un grupo de amigos que celebraban que ya habían superado el primer examen.

También es la historia de la nuera de Juanjo Terradez, que esperaba en el patio con su nieta de tan solo dos meses. «Como es muy pequeñita, cada dos horas le toca comer y voy a la farmacia a buscar leche, por si acaso se pone nerviosa...», explicaba. «El esfuerzo de estar criando a un bebé que no deja dormir y necesita una atención constante, merma, pero esperamos que valga la pena», aseguraba.

Con paciencia Virginia García también esperaba a su hija. «Me he traído un libro para leer e intento mandarle fuerzas. Está bastante segura y, a pesar del factor suerte, confío plenamente en ella, porque ha trabajo mucho y otras veces ha sacado nota, pero no plaza. Su preparación es impecable y de su parte ha puesto todo y más», asevera.

A las oposiciones también se presentaron varias mujeres en avanzado estado de gestación; quizás esos niños lleguen con una «plaza» debajo del brazo, además de un pan.