Prevención. Esta es la palabra clave frente a los patógenos emergentes y sus vectores. Una prevención institucional, por parte de las autoridades y los expertos, mediante protocolos de actuación ante la aparición de casos, y también personal, por parte de quien viaja y de quien sale al campo, donde hay mosquitos y garrapatas. El riesgo asociado a estas últimas es el más fácil de evitar. «Las medidas preventivas son simples, pero funcionan: pantalones largos, camisa de manga larga, llevar los calcetines por fuera de los pantalones, lo que implica que hay que calzar botas, nada de chanclas, y poner repelente sobre la ropa, no en la piel», cita Agustín Estrada-Peña.

Enfrentarse a los mosquitos y los virus que transmiten es más complejo. Desde 2007, Javier Lucientes, catedrático del departamento de Patología Animal de la Universidad de Zaragoza, encabeza un programa de vigilancia de puertos y aeropuertos, financiado por el Ministerio de Sanidad, cuyo propósito es detectar cualquier mosquito exótico que pueda llegar de las zonas de origen de las enfermedades de transmisión vectorial. «Dentro de este programa existe un subprograma que va elaborando un mapa de distribución anual del mosquito tigre para vigilar su dispersión. Así, cuando se produce un problema, se tiene información precisa sobre sus poblaciones», apunta el entomólogo Ricardo Molina. «Con el mosquito tigre se pueden aplicar medidas de control, pero nunca se va a llegar a la erradicación. Por eso es importante disponer de expertos, de equipos, de gente cualificada, para hacer trabajo de campo sobre estos vectores y poder actuar sobre ellos, porque cada vez va a ser más necesario», advierte Molina. El Ministerio de Sanidad aprobó en 2016 un documento de preparación y respuesta frente al zika, el chikungunya y el dengue, «muy útil, con las pautas a seguir si surge algún caso», agrega.