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Altos cargos

No demasiado viejos para la política

Hace unos días, un alto cargo de Economía achacaba su cese a sus 73 años. Sin embargo, los puestos de poder simbólico y real en la C. Valenciana están ocupados por dirigentes de avanzada edad. En la era de la nueva política, la experiencia pesa

No demasiado viejos para la política

A Rita Barberá la jubilaron los valencianos con 67 años; Joan Ribó acaba de renovar su compromiso con València, que le mantendrá en la alcaldía hasta los 75; Aurelio Martínez lidera el mayor puerto del Mediterráneo con 72 años; el propio Ximo Puig ya ha cumplido los 60; Vicent Soler guarda las arcas públicas de los valencianos a pocos días de cumplir los 70; Ciprià Ciscar, histórico del PSPV, ha llevado las negociaciones para formar el Botànic con 72; Andrés García Reche pilota en la frontera de los 70, precisamente, las políticas de innovación; José Cholbi escucha las quejas de los valencianos como síndic de Greuges con más de 80; Santiago Grisolía es el pater de la ciencia valenciana y presidente del Consell Valencià de Cultura nada menos que con 96 años...

El último lustro ha convertido a la juventud en un aval, casi en conditio sine qua non, para situarse en la primera línea política. El giro regenerador ha dejado un paisaje de liderazgos casi imberbes. Albert Rivera e Inés Arrimadas en Ciudadanos; Pablo Casado en el PP; Pablo Iglesias, Irene Montero e Íñigo Errejón en Podemos y sus escisiones... Los candidatos de las pasadas generales no pasaban de los 40.

En este contexto, la realidad política valenciana casi parece una suerte de gerontocracia. Hay muchos liderazgos emergentes o consolidados, orgánicos e institucionales, en manos de treintañeros (Sandra Gómez, María José Catalá, Fran Ferri, Antonio Estañ), incluso consellers, como Mireia Mollà o Vicent Marzà, pero el poder con mayúsculas tiene canas.

Hace unos días, el director general de Economía, Paco Álvarez, lamentaba en público su salida, un cese que achacaba a ser «viejo», a sus 72 años. La realidad, por lo que parece, dice otra cosa.

«Vicent Soler siempre deja atrás caminando a los que le acompañan, hasta en el paso es vigoroso, pese a la edad», apunta uno de los colaboradores del hiperactivo conseller de Hacienda. «La política es gasolina para la gente, concretamente para la gente competente. El que vale, vale con 35 ó con 70. Soler te improvisa con un papel un discurso de una hora», explica este asesor, que aporta otro elemento de análisis: «En este escenario de fragmentación partidista que dejan los nuevos tiempos políticos, la experiencia da capacidad para lidiar y llegar a acuerdos. A veces el ímpetu de la juventud no ayuda». En la última campaña, Ribó aseguraba que sería mejor alcalde que Sandra Gómez porque tiene más experiencia.

¿Un tapón para los jóvenes?

¿La experiencia lo justifica todo? ¿Son los veteranos un tapón para la progresión de los nuevos liderazgos dentro de las estructuras de partido? Como siempre, el mercado manda. Blanca Nicasio, profesora de Análisis y Liderazgo Político en el CEU, apunta: «Al final, en el imaginario colectivo sigue predominando la idea de que los políticos tienen que estar muy preparados, tener experiencia a sus espaldas... Aunque es compartida la idea de que los jóvenes de hoy son la generación más preparada, que saben poner en valor su juventud y que no les falta carisma y liderazgo, a los mayores les avala la experiencia, la formación y el conocimiento adquirido tras una larga trayectoria profesional, lo que les permite transmitir la imagen de seguridad y estabilidad a la hora de gestionar los asuntos públicos».

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