El Azud de Antella, donde en 2016 falleció un joven, es uno de los cincuenta puntos señalados por la Confederación Hidrográfica del Júcar. Circunstancia que también concurre en La Presa, situada entre las localidades de Paterna y Manises, donde en 2010 perdía la vida un hombre.

El embalse de Arenós en Montanejos, el Salto de la Novia en Navajas o la Playeta de Chelva son otros de los enclaves más frecuentados en verano, pero considerados por la CHJ como focos potenciales de accidente. El recorrido se extiende no solo por la Comunitat Valenciana, sino también por Cuenca o Albacete, hasta completar 81 parajes.

El organismo autónomo dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica lleva desde 2017 identificando aquellas zonas de riesgo donde se dan circunstancias que desaconsejan un chapuzón. Aunque el derecho al baño está recogido en la Ley de Aguas, su uso común no requiere autorización para practicarlo y tampoco puede prohibirse, por lo que desde la CHJ se hace hincapié de aquellos lugares donde no es recomendable nadar por la proximidad a presas, infraestructuras hidráulicas, de regadío o hidroeléctricas.

Y se incidía en que se sigue trabajando «en la identificación, caracterización y selección de otros lugares peligrosos para la práctica del baño, siempre en el ánimo de contribuir a que no se produzcan accidentes desafortunados, y a que se efectúe el baño en las condiciones más seguras posibles».

Un total de 37 ahogados en 2018

Solo en 2018 fallecieron en espacios acuáticos de la Comunitat Valenciana 37 personas, según el Informe Nacional de Ahogamientos (INA) que elabora la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo. Eso sí, la mayoría en playas o piscinas que no reunían suficientes medidas de seguridad, o por imprudencias.