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Una lengua que 'engancha'

Estudiantes de otras autonomías y de 12 países pasan diez días en València para practicar valenciano y conocer la cultura

Una lengua que 'engancha'

Jóvenes de 12 nacionalidades diferentes se han dado cita estos días en València para poner en práctica sus conocimientos de valenciano y conocer la cultura de la Comunitat Valenciana. Llegaron hace dos semanas desde países como Brasil, Canadá, Cuba, Finlandia, Italia, México, Portugal, Reino Unido, República Checa Polonia o Rusia y, pese a las numerosas diferencias que los separan, a todos les ha unido el mismo sentimiento: la curiosidad y voluntad por aprender valenciano, una lengua que todos aprecian y hablan y dominan con sorprendente soltura, a pesar de haber nacido lejos de la terreta y de no tener ningún vínculo con ella.

En total, 29 jóvenes de 20 universidades europeas y americanas han estado del 9 de julio hasta el viernes realizando la Estada Lingüística d'Estiu organizada por la Acadèmia Valenciana de la Llengua y el Institut Ramon Llull. Son los mejores estudiantes de los lectorados -profesores de valenciano en el extranjero- que imparten clases de lengua y cultura en 150 universidades de todo el mundo.

Las estancias contemplan 33 horas de clase, además de talleres literarios y teatrales, y visitas culturales. Entre otros sitios, el grupo ha estado en la casa Joan Fuster de Sueca, el Palau de la Generalitat, el monasterio de Sant Miquel dels Reis, la casa de les roques, l'Albufera, el Mercat Central o el castillo de Sagunt. También han charlado con el actor Alfred Picó, el cantante Òscar Briz y la escritora Anna Moner. De esta manera, se pretende que conozcan la realidad valenciana desde todos los puntos de vista posibles: el lingüístico, el histórico, el artístico, el cultural y el social.

Los profesores Pau Sanchis y Aina Sendra, y los académicos Artur Ahuir y Emili Casanova son los responsables del curso. Sanchis explica que «los participantes son una selección de quienes han destacado en sus estudios en el exterior» y asegura que «vienen con muchos intereses previos, ya que la mayoría también buscan algo en concreto: la traducción de un libro para una tesis, conocer la situación sociolingüística para un trabajo académico...». Hay que tener en cuenta que son estudiantes de grado universitario, de máster o, los más mayores, doctorandos, y todos tienen entre 18 y 27 años. «Son estudiosos y están interesados no solo en aprender una lengua en las vacaciones de verano, sino que también hay un interés académico real», detalla el profesor.

«Tenemos casos muy bonitos: hay dos alumnas polacas que estudiaron literatura catalana en polaco y a partir de ahí se interesaron por la lengua; hay un alumno que estuvo de Erasmus en València y ha tenido la oportunidad de volver y conocer la ciudad que quizás no conoció; los gallegos, por ejemplo, tienen muchos intereses en cuestiones sociolingüísticas, porque proyectan lo que viven, y otros quieren trabajar la traducción», apuntan, y añaden que «otros empezaron a estudiar sin un motivo en concreto, pero se han enamorado de la lengua y la cultura».

Una «relación más cercana»

Ylenia de Ricardis es una de las alumnas. Natural de Italia, comenta que empezó a estudiar valenciano «por un curso de libre elección de la universidad, cuando también estudiaba castellano. No sabía nada, pero mis profesores me hicieron enamorarme de la cultura y, sobre todo, de la literatura», recuerda. «Después seguí estudiando sola y pienso que conocer todas las variedades y las diferencias de una cultura es interesante». «Creo que hablando una lengua minoritaria puedo tener una relación más cercana con las personas y entender más la cultura», afirma. «También me interesa porque en Italia solo tenemos dialectos, pero los jóvenes no los hablan y se quedan en el ámbito doméstico», reconoce.

Viviana Pérez, de México, es gestora cultural y explica que una «profesora joven y con una didáctica muy buena nos transmitió mucho la estima y la admiración por Ovidi Montllor y su lucha. Esa es una de las principales razones por la cual me he enamorado del valenciano y también porque uno de mis escritores favoritos es Vicent Andrés Estellés, me gusta muchísimo su poesía». «Esta oportunidad ha sido como un premio, porque además he conocido a la nieta de Estellés y a un arqueólogo amigo de Ovidi», confiesa contenta. Asimismo, Viviana destaca que, más allá de las fallas, «València tiene un patrimonio festivo muy grande, como el Corpus».

De Corea del Sur es Eunmyung Lee, que estudia Literatura y Cultura y ahora vive en Portugal después de haber pasado un tiempo en Barcelona. «No quería que se me olvidara el catalán y quería conocer un poco más sobre el valenciano porque estoy haciendo una disertación sobre el regionalismo en España y Corea», explica.

Por su parte, los gallegos Daniel Alonso y Serxio Abalo, son partidarios de defender las lenguas propias como es, en su caso, el gallego, ya que ambos coinciden en que la situación «es muy difícil» a causa de la diglosia. Serxio se empezó a interesar por el valenciano porque «durante el camino de Santiago, me encontré a un grupo de catalanes y me gustó muchísimo el sonido de la lengua y en mi universidad encontré unos cursos». Pide una mayor implicación por parte de todos, incluídas las instituciones porque asegura que es «muy duro tener que sufrir por hablar una lengua, y eso gallegos y valencianos lo sufrimos y nos une».

Por otro lado, Daniel Alonso entró en contacto con la lengua durante su Erasmus en Cardiff (Gales). «Siempre me ha parecido muy bonita y en la Facultad de Lenguas Modernas tuve la oportunidad. Cada vez me gusta más y me parece que hay muchas similitudes entre el valenciano y el gallego», argumenta.

El curso, como afirman los docentes, tiene una importante vertiente práctica, ya que más que estudiar gramática consiste en que los jóvenes hagan una inmersión lingüística y ejerciten lo que saben, que es mucho, según comprobó este periódico. Como la mayoría ha estudiado un registro estándar de la lengua o con profesores catalanes, la estancia en València les ha servido para «profundizar en una variedad concreta» y conocer todas las particularidades del valenciano, además de «vivir la realidad».

Para la docente, ser profesora del curso es «muy bonito, porque es gente muy interesada y se emocionan con cualquier cosa que les contamos; ven la lengua in situ y aprecian lo que les estás transmitiendo». Pau Sanchis destaca el hecho de «poder enseñar a gente interesada y hacerlo 'en casa'». Además, considera que los ejemplos de estos chavales son «la punta de lanza del prestigio de la lengua»

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