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Violencia de género

Un maltratador elude la prisión tras romper ocho veces la orden de protección

El acusado fue condenado en octubre de 2017 a cuatro meses de cárcel por el primer quebrantamiento aunque nunca ha cumplido la sentencia

Modesta Carne muestra parte de la documentación. m.a. montesinos

Se llama Modesta Carne y acude a la cita con una documentación perfectamente ordenada que ocupa lo mismo que una enciclopedia de varios volúmenes. Intenta salir del «infierno» de los malos tratos de su expareja, pero sobre todo, quiere denunciar «la lentitud» de una justicia «que me está destrozando». Leyó un reportaje de Levante-EMV cuyo título rezaba «Las valencianas víctimas de violencia machista tardan siete años en denunciar» y se reconoció al instante. Tomó fuerzas, recopiló la documentación que corrobora su historia -y que ha enviado en un escrito al Ministerio del Interior- y decidió contarla para denunciar un «sistema que está colapsado y no funciona, al menos no está funcionando conmigo». Da su nombre y permite que se reconozca su rostro, cansada de «esconderse y tener miedo» porque «yo no he cometido ningun delito, el que lo ha cometido y sigue cometiendo es él, pero no ha tenido consecuencias judiciales y me encuentro ante un sistema que ni me protege a mi ni protege a mi hija, que es menor».

La mujer tiene pendiente el juicio por una primera denuncia de malos tratos, que data del 16 de octubre de 2017. Tenía otra denuncia anterior de 2014 que ya ha prescrito. Puso más en años anteriores pero, al final, las acabó quitando «por miedo, por presiones y porque hay que ser víctima para entender que no estan fácil denunciar y ratificar la denuncia. Por eso cuando leí la noticia de cuánto tardan las víctimas en denunciar me reconocí al instante. Esto es un calvario».

Comunicaciones prohibidas

Tras esa denuncia del 16 de octubre de 2017 el juez le tomó declaración y decretó como medida cautelar la «prohibición de comunicación con la víctima». El juez consideró que no procedía una orden de alejamiento porque el agresor vive en Sevilla y la denuncia se centra en las «llamadas, mensajes de WhatsApp, correos electrónicos y fotos pornográficas que acompañan estas comunicaciones con insultos de todo tipo». Diez días después de que se decretara la prohibición de comunciarse con Modesta, su exmarido quebrantó la orden. Ella interpuso la pertinente denuncia. Dos días más tarde lo volvió a hacer, pero esta vez se personó en el domicilio de Modesta, en Valencia, y la mujer llamó a la guardia civil, que detuvo al hombre. Se celebró un juicio rápido al día siguiente y el juez condeno a la expareja de Modesta a cumplir «4 meses de prisión y pago de las costas procesales» por incumplir la orden de protección. También dictó otra orden de alejamiento con prohibición de acercarse a la mujer a menos de 300 metros. El hombre no entró en prisión al carecer de antecedentes penales. Esta sentencia (que es firme) data del 30 de octubre de 2017.

Desde entonces (octubre de 2017) y durante dos años, la expareja de Modesta ha incumplido la orden de quebrantamiento de comunicación en seis ocasiones más (la primera fue un mes después de la sentencia firme que le condenó a 4 meses y la última data del 9 de agosto de 2018). La mujer ha interpuesto denuncia cada vez que su maltratador ha incumplido la orden de protección. El hombre, sin embargo, ha eludido la cárcel al no celebrarse ninguno de los juicios posteriores (cada uno pendiente de celebración por cada denuncia presentada) ya que el que hace referencia a la primera denuncia aún no se ha celebrado tras aplazarse hasta en 5 ocasiones porque el acusado no ha podido desplazarse desde Sevilla ni participar en una videoconferencia.

Modesta se marchó de Sevilla el 26 de junio de 2014, con sus hijas y en plena madrugada gracias a la ayuda de una vecina y de la asociación Anabella. Pero cinco años depués y con miles de kilómetros por en medio «el maltrato sigue». «Como mi expareja no ve consecuencias judiciales hace lo que le da la gana. Con mensajes de insultos, llamadas diciéndome de todo, correos elecrónicos, fotos pornográficas... ¿cómo voy a superar esto? ¿cómo voy a seguir con mi vida? Ya sufrí bastante cuando estaba a su lado y ahora no me deja vivir y me siento indefensa y desprotegida. Temo que, al final, entre en prisión (porque no hace más que quebrantar la orden del juez) y cuando salga se vengue y me ocurra cualquier cosa. La justicia no ha funcionado conmigo, no está funcionando y me siento desprotegida y agotada», explica. Por eso escribió un escrito al Ministerio del Interior en el que adjunto toda la documentación. La respuesta ya ha llegado, pero la competencia no es suya. «Se procederá al estudio y valoración de lo que nos expone, si bien debe tener en cuanta que la intervención de este Ministerio en este asunto es muy limitada, al estar conociendo del mismo un órgano jurisdiccional», afirma el escrito. Y Modesta sigue esperando. Y se indigna por los tiempos «de una justicia que en mi caso, sin duda, está fallando».

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