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Entrevista

José Luis Ábalos: "Ahora le toca el turno a la derecha. Ha de desbloquear"

El ministro y hombre fuerte del PSOE sostiene que «la desconfianza hace imposible un gobierno de coalición» con Unidas Podemos

José Luis Ábalos (Torrent, 1959), fotografiado en València ayer. mao

Regresa a casa después de una semana dura. Tarda en contestar si ha sido la peor en el año del Gobierno de Pedro Sánchez. «Ha sido de mucha intensidad, pero es lo que hay». Regresa en busca de la paz de la familia. También porque el hijo de Heliodoro Ábalos Carbonerito (al que alguien etiquetó de «torero rojo») tiene una cita con la Feria de Julio y los toros. La reaparición de Román (tras su casi desaparición en Madrid) es un buen motivo.

¿Cuándo supo que la investidura iba a fracasar?

Nunca confiamos en sacarla adelante. Con los resultados electorales parecía posible, pero había elementos para no confiar, como los antecedentes. Siempre ha estado flotando lo que pasó en 2016. Luego, al ver la actitud de Podemos, siempre de exigencia... No hubo siquiera una idea de gobierno de coalición, lo que había era la aspiración de un cogobierno con dos cabezas.

Ustedes cerraron la puerta a que estuviera Pablo Iglesias en ese ejecutivo.

Fíjese, se avanza en el proceso cuando el presidente dice que no puede estar el líder de Podemos, porque un gobierno con dos cabezas sería un sinvivir. Pero a partir de ahí, el estilo es más de reventar la negociación que de avanzar: continuas filtraciones y descalificación de las ofertas porque dicen que son decorativas. A negociar van dos personas de confianza de Pablo Iglesias que no trasladan además con rigor los temas. Ese es el motivo de la filtración nuestra de última hora. Cuando uno quiere llegar a un acuerdo no filtra.

¿Asume el Gobierno y el PSOE algún error en todo este proceso?

Seguro.

¿Tardaron demasiado en negociar un programa y una estructura?

Era complicado, porque tuvimos en medio unas elecciones municipales y autonómicas, y las negociaciones en esos ámbitos. Y luego porque el planteamiento era muy distinto: el nuestro era de un gobierno en solitario y el de ellos, un cogobierno. El que se movió fue el PSOE, que pasó a proponer un gobierno de cooperación, luego uno con participación de independientes y finalmente una coalición. El presidente cedió al final sobre los nombres y luego se cedió sobre las áreas.

Pablo Echenique decía que eran departamentos vacíos.

Pues a mí me sacaban Vivienda de Fomento, con la polémica que he tenido. ¿Por qué tanto interés entonces en el decreto sobre el alquiler? Es absurdo. Mire, se les ofreció en principio (luego, ya no) un Ministerio de Cooperación Exterior e Inmigración. ¿El brazo fuerte de la política exterior, el que tiene recursos, y una política de Estado como la de extranjería son decorativos? ¿Agricultura lo es?

¿Qué pasó con el asunto de la vicepresidencia?

Ellos querían una vicepresidencia muy peronista, con los niños de 0 a 3 años, los dependientes y los ancianos, y decidimos que asumiera en completo el ministerio de Asuntos Sociales actual. Pero da igual, cuando conseguían algo lo reabrían. Es una falta de visión y perspectiva histórica, porque no importa lo que llevas, sino dónde estás, que entres en el consejo de ministros, porque eso significa que opinas de todos los temas. No han valorado lo que representaba que una formación a la izquierda del PSOE entrara por primera vez en un gobierno desde la II República, que en cuatro años pudieran pasar de las asambleas en las calles al ejecutivo.

¿Está descartado retomar la negociación con Podemos?

Tiene que ver con la madurez. Cuando uno es un niño, el factor tiempo no existe, siempre es ilimitado, pero en la vida hay que entender que hay un tiempo para todo y el del gobierno era este.

¿Y ya ha pasado?

No lo han aprovechado.

¿Cuál ha sido la clave?

No ha habido debate sobre el programa, cosa básica para gobernar, junto con una mínima confianza. Ha planeado siempre la desconfianza. Su idea básica para estar en el Gobierno era porque no confiaban en nosotros. Pablo Iglesias ha estado chantajeando todo el tiempo. En un momento de ofensiva de la derecha, ha estado jugando con los tiempos y con si en septiembre va a doblar el brazo al PSOE.

¿Y puede haber algo en septiembre?

En septiembre todo es muy complicado. Es un nuevo curso, otro ánimo, la diada, los juicios del procés, el brexit...

Lo que decía Gabriel Rufián.

Indica a qué nivel hemos llegado. Reconoce que no van a estar en condiciones de abstenerse en septiembre. Ahora sí, porque prefieren que la sentencia del procés la gestione un gobierno de esta naturaleza que no uno de la derecha o que sea un elemento de campaña.

Dirigentes de Podemos afirman que la situación se puede reorientar.

Monedero dice que ha sido como una gamberrada y que volvamos a negociar aceptando la última oferta. Al final, lo que queda de toda esta diferencia son las formas y las actitudes: la desconfianza. Todo eso hace imposible un gobierno de coalición.

¿Los puentes por tanto están rotos?

Es evidente que se ha ensayado un gobierno de coalición y ha fallado lo elemental: la confianza.

¿Y en qué piensa Pedro Sánchez ahora cuando habla de explorar nuevas posibilidades?

Tiene que ofrecer algo al resto de grupos para conseguir algo si lo vuelven a proponer de candidato, porque la candidatura está agotada.

¿Cualquier solución es mejor que repetir elecciones?

¿Cualquier solución qué es?

Una gran coalición al estilo alemán. A la patronal le seduce.

La derecha se ha permitido con cierta frivolidad quedarse al margen de la responsabilidad. Ellos querían que nos fuéramos con Podemos para mantener su relato de gobierno radical. Ahora les toca el turno a ellos. Ya no tienen esa excusa.

¿La pelota está en la derecha entonces?

Sí, porque estamos en un problema de gobernabilidad. Si no hay gobierno, no hay pactos de Estado ni hay nada. Lo que procede ahora es desbloquear.

¿Han de hacer lo que hizo el PSOE en 2016?

Entonces un órgano del que yo formaba parte decidió que había que abstenerse y yo lo acaté aunque no estaba de acuerdo. No lo hicimos por el PP, lo hicimos por desbloquear y no aprovecharnos de la limitación de un procedimiento de hace 40 años. Ahora estamos en las mismas.

¿Cambiaría algo después de unas elecciones, si las hay?

No. Por eso el presidente dijo que el primer acuerdo sería cambiar la forma de investidura. A los pequeños les quita la baza de romper el tablero. Ir a elecciones hasta que alguien se imponga es una perversión. Pero es el problema de la política en España, que tiene que haber alguien que gane y otro que pierda. Mientras Iglesias piense que cada vez que el PSOE gana, pierde Podemos y al revés, no puede funcionar. En los acuerdos todos ganan. Y él lanza la última oferta porque quiere dejar claro que ha ganado.

Es una forma también de estar siempre en campaña, en modo preelectoral.

Mire, es posible que no gobernemos sin Podemos, pero el PSOE ya ha gobernado solo y en ninguna parte está escrito que no lo vuelva a hacer. Lo que sí está claro es que Podemos nunca gobernará si no es de la mano del PSOE. Esta era su oportunidad, pero me he dado cuenta de que son de una cultura política incapaz de vender el éxito.

¿No es cuestión también de personalismos, porque la izquierda sí ha pactado en la Comunitat Valenciana, por ejemplo?

Evidentemente, las personas cuentan mucho en organizaciones tan personalistas como Podemos o Ciudadanos. Cs es Albert Rivera hoy por hoy y Podemos es Pablo Iglesias.

Insisto en el caso valenciano.

Las exigencias no son las mismas, ya que lo dice. ¿La vicepresidencia del Consell que tiene Podemos no es decorativa? ¿Y el Ministerio de Ciencia o el de Agricultura, sí? Además, una comunidad autónoma no es el Estado; no tiene ejército, ni política exterior, ni CNI. No tiene nada que ver. Y el acuerdo nuestro era sobre la base de no tener mayoría. En la Comunitat Valenciana la izquierda sí la tiene y las contradicciones entre los socios es más fácil resolverlas porque tienes el apoyo parlamentario.

La izquierda cumple al final la máxima histórica de que es incapaz de entenderse.

Es la parte lamentable: regalar el espectáculo a la derecha en vivo y en directo, pero se visualizó que la posibilidad tenía poco recorrido por la desconfianza y el recelo.

Última pregunta. Con sinceridad máxima, ¿ve posible evitar la repetición de elecciones?

Estamos en la obligación de impedirlo, porque es tanto como no aceptar el resultado de las urnas y porque podemos estar en una situaciónmuy parecida.

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