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Fuego

El infierno se apoderó de la Vallesa

Entidades y residentes todavía recuerdan cómo avanzaron las llamas en la que ha sido la principal catástrofe en la zona

El infierno se apoderó de la Vallesa

Aunque eran las 13.30 horas de una jornada de calor extremo y poniente con fuerte viento, el cielo se volvió de un gris oscuro casi negro. Los residentes de la Canyada, Riba-roja y l'Eliana cercanos al bosque de la Vallesa vieron una columna de humo y, en poco tiempo, vino el caos. El fuego avanzaba sin control en la zona forestal en un verano en el que ardieron espacios naturales de toda España. Ayer, 10 de agosto, se cumplieron 25 años del peor incendio registrado que ha sufrido la Vallesa y las vivencias se mantienen en el recuerdo de la mayoría, especialmente, de las personas que han seguido batallando para que el bosque esté protegido.

«Lo dejamos todo atrás y no sabíamos lo que encontraríamos cuando volviéramos. Fue muy duro», explica el presidente de la Junta de Barrio de la Canyada y dirigente de la A VV, José Carot, que ese día estaba en València y el fuego le pilló de regreso con su mujer y su hija. «Veía la columna de humo y no me lo quería creer. Al cruzar las vías, daba la impresión de que el fuego estaba allí, junto a las casas», añade. Cogieron lo mínimo y se marcharon.

«Estaba en la piscina del chalet porque el calor era insoportable. Veíamos pasar medios aéreos pero pensábamos que era por el incendio que había en la Calderona. Y de repente llegaron a casa nuestros familiares que vivían en la zona del barranco de Rubio de la Canyada a refugiarse», explica Francisco Pellicer, actual dirigente de la Coordinadora de los bosques del Túria y vecino de Entrepins de l'Eliana. Tras atenderlos, se dirigió al bosque y se encontró con una situación de descontrol. «La gente hacía lo que podía. Los vecinos sacaban mangueras y trataban de apagar el fuego hasta que llegaran unidades de bomberos. Vi descargar un DC6», rememora.

Javier Belmonte también estaba en su chalet de Entrepins cuando vio la columna de humo y el paso de helicópteros. «Me acerqué al bosque y me encontré a José María Ángel (actual Secretario Autonómico de Seguridad y Emergencias), que era concejal de Policía con una patrulla. Le pregunté y me dijo que estaban esperando en el límite del término por si llegaba el fuego. Entonces no existía ni la coordinación en medios de extinción ni los medios de comunicación actuales», narra Belmonte.

«¿Qué pasa en España?»

Ángel Morales, actual presidente de la Coordinadora en Defensa de los Bosques del Túria, residía en l'Eliana y el incendio le pilló haciendo un curso en Inglaterra. Se enteró a los tres o cuatro días cuando llamó a la familia y le dijeron que su propia casa había estado en riesgo. «¿Que pasa en España que se quema todo?», recuerda que le dijeron sus compañeros de curso porque hasta allí llegaban las noticias de los incendios en diferentes comunidades autónomas. Según un informe de Icona y de diversas organizaciones ecologistas, el año 1994 fue el más trágico desde que se tenían registros con 36 víctimas mortales y 405.000 hectáreas arrasadas, el 2 % de la superficie forestal española.

Si el incendio fue traumático para aquellos que lo vivieron, casi peor fue el día después. «Cuando volvimos a pasar por allí, era todo irreconocible. Todo era negro. Habían desaparecido espacios que recordábamos desde jovencitos, por donde habíamos paseado. Por eso hicimos la Volta a Peu de la Canyada con un trayecto en el bosque. Queríamos que corredores de toda la provincia vieran lo que allí había pasado», explica Carot.

En esta línea, María Zaragozà Mayoral (hija del histórico ecologista que presidió la Coordinadora cuando se declaró el bosque parque natural, Xavier Mayoral), recuerda haber pasado por las zonas quemadas días después. «Tenías la sensación de que el bosque se tenía que proteger porque no podía estar en ese estado y con ese riesgo. Era una zona muy vivida por mí desde pequeña. Yo entonces estudiaba Geografía y aún fui más consciente de la catástrofe», reconoce.

Un gran movimiento social

A pesar de la tragedia, la protección de la Vallesa no fue inmediata, ya que el principal obstáculo era que la mayor parte de la superficie es de propiedad privada y está en manos de la poderosa familia Trénor. De hecho, tuvieron que pasar 13 años para lograr la declaración de parque natural.

El fuego, no obstante, sí que removió la conciencia de la gente. La asociación de vecinos de la Canyada impulsó el primer voluntariado, convocó la Volta a Peu y reunió a entidades vecinales y ciudadanas de otros municipios. Así nació la Coordinadora, que recogió el testigo y reclamó durante años que la Vallesa fuera Paraje Natural Municipal. Primero se intentó una iniciativa intermunicipal que no llegó a cuajar. Luego fue el Ayuntamiento de Paterna el que pidió el paraje natural municipal en solitario, denegado por el Consell en el año 2005, alegando la titularidad privada. El consistorio fue a los tribunales y ganó años más tarde aunque para entonces ya se había logrado una protección superior.

En ese proceso, la ciudadanía tuvo que enfrentarse a otra amenaza: un intento de urbanización del bosque que negociaban secretamente los Trénor con el entonces conseller de Territorio, Rafael Blasco. Cuando se destapó la operación, la respuesta contraria en muchos municipios y la presión ciudadana y ecologista lograron que el Consell diera un giro de 180 grados a sus intenciones. El conseller del PP Esteban González Pons impulsó la declaración del Parc Natural del Túria para una superficie de más de 9.000 hectáreas (con distintos niveles de protección), que incluían el bosque de la Vallesa, y puso al frente de la primera oficina del Parc Natural al biólogo de la Coordinadora José Vicente Pardo Urios.

La construcción del Parque Fluvial del Túria, con una inversión cercana a los 18 millones de euros por parte de la Confederación Hidrográfica del Júcar, fue otro hito que en 2010 ya abrió el río a la ciudadanía. Hoy la zona recibe un millón de visitantes al año. En los últimos años, la Conselleria de Medio Ambiente ha impulsado dos grandes cambios en el Parc del Túria. Por un lado, tramita una ampliación de la superficie en otras 6.933 hectáreas más. Por otro, una reforma del Plan de Ordenación de Recursos Naturales amplía las zonas de amortiguación al paraje de les Moles.

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