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Medioambiente

La regeneración avanza más rápido que la desertización en el monte valenciano

La Plataforma Forestal y los geógrafos minimizan la alerta sobre el riesgo de desertización en la Comunitat Valenciana que señalan movimientos ambientalistas - El presidente de la Asociación Española de Geógrafos señala que hay desertización humana

Panorámica de un terreno forestal valenciano, con el pino como la especie mediterránea predominante. gva

Cuando se acaban de cumplir 25 años del incendio de la Vallesa, la gran catástrofe de 1994 que destruyó un tercio del bosque de ese enclave en Paterna, la Organización Meteorológica Mundial ha confirmado recientemente que el pasado mes de julio fue el más caluroso de la historia desde que se tiene registro. Un incendio y un aumento en las temperaturas son dos de los factores que más repercusión tienen en la modificación de los paisajes forestales, sobre todo en la época estival. Según el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), los incendios forestales son cada vez más extensos como consecuencia del cambio climático.

Asimismo, el riesgo de desertización se eleva con cada grado que sube y cada incendio que se produce, y a ello hay que sumarle el descenso de precipitaciones que se ha producido en el último año, como señala la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). No obstante, contra todo pronóstico, los paisajes forestales de la Comunitat Valenciana han crecido año tras año, según afirma el presidente de la Asociación Española de Geógrafos y director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, Jorge Olcina.

El territorio valenciano tiene casi 1,3 millones de hectáreas forestales, es decir, el 56 % de la superficie de la Comunitat es terreno forestal, según detalla la Generalitat. Concretamente, esta superficie ha aumentado su extensión en los últimos años como consecuencia del abandono de zonas destinadas anteriormente a cultivos agrícolas, que ha traído consigo la «recolonización de las parcelas abandonadas con especies del bosque mediterráneo», señala Olcina. Tal como muestran las cartografías de montes, los ecosistemas forestales del monte mediterráneo conviven con los cultivos agrícolas.

De esta manera, aunque los incendios arrasan cada año con la vegetación más frondosa de los montes, no se puede hablar de desertización forestal, asegura. Así, el presidente de la Asociación Española de Geógrafos señala que tanto en la Comunitat como en el conjunto de España «no se ha perdido masa forestal. Al contrario, ahora hay más que hace 20 ó 30 años». Esta afirmación también es compartida por el presidente de la Plataforma Forestal de la Comunitat Valenciana, Rafael Delgado, quien explica que «la regeneración está yendo, por el momento, más rápido que la desertización» en el terreno valenciano, pero no descarta que si seguimos en el actual «ciclo pernicioso de incendio-regeneración-incendio, la regeneración se dará desde cero, en malas condiciones y con especies progresivamente más comunes del clima árido».

Incentivar la agricultura

Los expertos inciden en que hay que aumentar las políticas «decididas a la gestión forestal» para prevenir los incendios, así como realizar un buen mantenimiento de estos. La Comunitat tiene a día de hoy 17 parques naturales cubiertos con Plan de Prevención de Incendios, frente a los 22 parques totales. El IPCC comparte opinión con el guarda forestal Delgado, quien aboga por fomentar e incentivar la agricultura en el interfaz urbano-forestal, ya que el terreno agrícola conservado «supone una discontinuidad de carga de combustible, lo que ayuda a cortar el fuego» sirviendo así como barrera natural. Así lo plasma el IPCC en su último documento, en el que su mensaje principal es la búsqueda del equilibrio entre el uso forestal, agrícola y ganadero. Son varios los incendios en los que el fuego perdió fuerza al llegar a las plantaciones, como el de Beneixama, donde se quemaron unas 900 hectáreas y en el que un cultivo de olivos contribuyó a la detención de la propagación de las llamas.

Incendios cada vez más grandes

Los datos plasmados en los boletines Espurna de la Generalitat Valencia reflejan que desde que hay registros de los incendios forestales -2008-, el año en que más incendios hubo fue en 2014 con 499 igniciones. En ese ciclo se quemaron 1.881,82 hectáreas, frente las 3.720,32 hectáreas de 2018, temporada en la que se produjeron 374 fuegos. Unas cifras que ejemplifican los avisos que dan entidades como el IPCC, WWF y Greenpeace, quienes manifiestan que el aumento de las temperaturas incide directamente en la magnitud de los incendios forestales. Estas previsiones hablan de que el aumento de las temperaturas, junto el descenso de las precipitaciones y la mayor intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, someterá a la vegetación a condiciones hídricas más severas, aumentando la inflamabilidad de los bosques y montes. Hay que recordar que lo que va de año se ha caracterizado por ser seco: aparte del episodio puntual en el mes de febrero, solo destaca el temporal del mes de abril, que afectó sobre todo a la mitad sur, y que se puede considerar que ha sido el único suceso de lluvia importante del año, según señaló Aemet. Y en la misma línea se presentaron junio y julio. «Si el aumento de temperatura global supera los 2°C, los días de riesgo de incendio se incrementarán en hasta seis semanas al año», manifiesta WWF.

Los guardabosques aseguran que los montes se encuentran creciendo y regenerándose después del fuego rápidamente. El geógrafo Juan Antonio Marco incide en que no se puede hablar de desertización, pero aclara que sí que hay erosión, que es otro de los factores que aceleran la pérdida de masa forestal. Cuando ocurren episodios de erosión del suelo forestal, éste tiende a recuperarse con nuevo suelo, si no interviene la acción humana. «Para mí, la desertización más importante que han sufrido muchas zonas del litoral mediterráneo es la causada por el ser humano con la transformación de usos del suelo -rural, forestal- en uso urbano», sentencia Olcina. El norte de la provincia de Alicante es la zona más sensible a la erosión, seguida de la de Castelló. La provincia de València es la que en mejor estado se encuentra, con riesgo en algunos puntos del interior, según el Instituto Geográfico Nacional.

Por lo que, tanto los guardas forestales como geógrafos que estudian en su día a día los montes de la Comunitat desmienten las afirmaciones de organizaciones ecologistas, quienes ponen a la vertiente mediterránea como la zona europea más vulnerable a la desertización. «Se basan en conceptos generales y matemáticos como: más calor, menos lluvia, igual a más aridez, sin tener en cuenta las condiciones propias de la cada lugar», concluye Marco.

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