La vicepresidenta y consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas, Mónica Oltra, volvió a asumir ayer la cartera de Igualdad y Políticas Inclusivas, tal como hizo cuatro años atrás. Admitió que esta cartera es su «pasión» porque no entiende la política «si no es para establecer las bases de la felicidad de las personas». El objetivo es que todos los ciudadanos puedan serlo «sin pedir permiso a nadie».

Así, la vicepresidenta mantiene su cartera intacta, así como la portavocía. Ayer reconoció estar igual de nerviosa que hace cuatro años aunque «algo más sabia» y «con más experiencia».

El traspaso de poderes se celebró en la sede de la conselleria, en el Palau de Valeriola. El patio interior se llenó de funcionarios del área, de asociaciones, de su equipo y familia. A todos ellos agradeció «la pequeña revolución social» que han hecho, aunque destacó que es igual de importante lo que queda por hacer.

En ese sentido, pidió a las entidades sociales que sean «exigentes» en sus reclamaciones pero también «comprensivas y pacientes» para que pueden llevarlas a cabo.

Oltra estuvo arropada por el presidente de las Corts, Enric Morera, el diputado Joan Baldoví, el conseller de Economía , Rafael Climent, la consellera de Agricultura, Mireia Mollà, y el concejal de Movilidad de València, Giusseppe Grezzi, todos ellos destacados dirigentes de Compromís.

La vicepresidenta puso en valor medidas como el Pacto Valenciano contra la Violencia de Género, las 80.000 personas que ya están dentro del sistema de dependencia y la acogida del Aquarius con más de 600 migrantes. Puso a València en el «mapa del humanismo», dijo.