El universitario español afronta un arduo camino antes de lograr una cierta estabilidad laboral. Lo pone de relieve el segundo informe «Inserción laboral de los egresados universitarios» publicado recientemente por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, que detalla la evolución en la empleabilidad de los graduados en el curso 2013-14. El estudio recoge su situación en los cuatro años posteriores a obtener su título, y de él se extraen conclusiones que abundan en el diagnóstico habitual en el período posterior a la crisis: se retrasa la consolidación en el mercado de trabajo, que tiene más posibilidades de resultar exitosa si se estudian cualquier rama relacionada con la informática, las ingenierías o la medicina, como también concluye el informe de la Universitat de València.

Así, por ejemplo, la tasa de afiliación a la Seguridad Social de los titulados en Medicina alcanzó el 92,1% de media en España, una tasa de cobertura a la que siguen Ingeniería de Computadores (90,9 %), Óptica (90,6%), Podología (87,2%), Ingeniería Eléctrica (85,6%), Logopedia (85,4%), Farmacia (84,4%) e Ingeniería Mecánica (83,7%).

En el lado contrario, las carreras relacionadas con las Humanidades y las Ciencias Sociales presentan las tasas de afiliación más reducidas. Bellas Artes (51,3%), Relaciones Internacionales (51,5%), Conservación y Restauración (53, 6%), Historia del Arte (55,3%) e Historia (55,8%) presentan los porcentajes más bajos.

En términos generales, la tasa de afiliación de los 233.626 egresados españoles, de los que el 58,5% fueron mujeres, alcanzó en los cuatro años posteriores a la finalización de los estudios un porcentaje del 72,3%. Es decir, que un 28,7% de los graduados no había conseguido un contrato de trabajo u optó por cursar un máster u otros estudios.