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"Nos miramos y pensamos que había llegado la hora de morir"

La edil Cristina Juan, de Cs, y su pareja Carlos García relatan la traumática experiencia vivida en el vuelo procedente de las islas Mauricio, en la que 16 pasajeros resultaron heridos al desplomarse el avión 300 metros en 15 segundos

"Nos miramos y pensamos que había llegado la hora de morir"

La concejala de Elda Cristina Juan y su pareja Carlos García viajaban en el avión procedente de las islas Mauricio, que el pasado martes sufrió una turbulencia severa que causó 16 heridos cuando regresaban a España.

La pareja, ella ingeniera de 47 años y concejala de Ciudadanos y él comerciante de 50, había pasado una semana de vacaciones «idílicas». Pero iban a enfrentarse a una mala experiencia que jamás olvidarán, y que los ha dejado magullados y afectados. Ambos se golpearon con la cabeza en el techo del avión cuando cayó 300 metros en quince segundos tras entrar en una bolsa de aire claro indetectable por el radar. «Nos miramos y los dos pensamos que era nuestro fin, que íbamos a morir y que ésta vez nos había tocado a nosotros», señalaba ayer la edil de Cs tratando de recuperarse del susto «¡porque esto necesita su tiempo para poder digerirlo!», exclama.

El incidente se produjo cinco horas después de que el vuelo EVE838 de la compañía Evelop despegase -a las 7.20 horas de España- rumbo al aeropuerto de Barajas, donde aterrizó a las 19 horas.

«Cuando sobrevolabamos Etiopía comenzó una vibración muy fuerte y, de repente, caímos en picado unos cuantos segundos que se hicieron eternos. Fue entonces cuando salimos disparados quienes no llevábamos el cinturón puesto. Luego seguimos descendiendo muy inclinados durante al menos un minuto más y creo que llegamos a caer de 12.000 a 4.000 metros. Fue una situación muy angustiosa. Hubo gritos, llantos de bebés, niños aterrados levitando por el techo, ataques de ansiedad, saltaron trozos del equipamiento, se fundieron las luces, muchas maletas y objetos de mano salieron volando... En fin, una situación dantesca de esas que lees en los periódicos o ves en la tele y piensas que nunca te van a pasar a ti», explica.

Cuando el capitán logró controlar el avión una pasajera que era médico comenzó a atender a los heridos. Y entre ellos se encontraban el contramaestre y dos azafatas. Una de ellas resultó la más afectada de los 16 heridos porque estaba de pie vaciando el carro cuando el avión se desplomó.

La aerolínea ha asegurado en un comunicado que la señal del uso obligatorio de cinturones de seguridad se encontraba activada en ese momento. Sin embargo Cristina no recuerda que la tripulación les hubiera advertido de que entraban en zona de turbulencias. «Las azafatas habían pasado ya con el carro para retirar las sobras del desayuno. Nosotros viajábamos en la parte de atrás y había muchos niños jugando por el pasillo. No llevábamos el cinturón porque yo había salido al baño y unos segundos después de regresar a mi asiento fue cuando ocurrió todo», relata admitiendo que ha pasado una mala noche. «Ni Carlos ni yo teníamos ningún problema en viajar en avión pero ahora le he cogido miedo», se sincera. Tanto ella como su compañero presentan moratones en manos y piernas y sufren dolor en el cuello y la cabeza por los golpes contra el techo. Pero no figuran entre los 16 heridos porque rehusaron a ser atendidos por el personal sanitario que acudió al aeropuerto. «Tan pronto como el avión aterrizó lo único que queríamos era salir de allí a toda prisa». Y más después de haber soportado otras ocho horas de vuelo con miedo, tensión y estrés tras el incidente.

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