El divorcio y separación de las parejas en la Comunitat Valenciana experimenta un repunte tras el verano. Las cifras así lo avalan. Y es que pasar más horas juntos, los niños alborotando en casa y tener que hacer más planes en familia pueden incrementar los roces y conflictos entre la pareja, lo que, sumado a problemas previos, pueden convertir las vacaciones en una bomba de relojería.

Los efectos del estallido se aprecian a finales del mes de septiembre y especialmente en octubre, mes en el que se dispara la demanda de rupturas matrimoniales -separaciones y divorcios- después de que se relaje en el trimestre anterior. Según los datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), tres de cada diez divorcios en España se firman tras el periodo estival.

El año pasado se registraron un total de 13.814 rupturas matrimoniales en la Comunitat Valenciana. De estas, casi un 30 % tuvo lugar en los meses posteriores a las vacaciones de verano. En concreto, los juzgados declararon la extinción de 3.616 matrimonios. En los tres primeros meses del 2019 se registraron 3.435 resoluciones judiciales.

Según los datos del CGPJ, el total de demandas de disolución matrimonial presentadas en los órganos judiciales el pasado año ascendió a 111.704. Esto convierte a España en uno de los diez países europeos con más rupturas.

Por su parte, los datos del Instituto Nacional de Estadística concluyen que el mayor número de divorcios se produjo entre cónyuges de entre 40 y 49 años. La duración media de los matrimonios en España es de 16,3 años. El 31,6 % de los divorcios se produjeron después de 20 años o más de convivencia y el 22,2 % entre parejas que llevaban viviendo juntas entre cinco y nueve años.

«Durante el verano tenemos más tiempo para la reflexión, para meditar qué aspectos de nuestra vida nos hacen sentir malestar, valoramos antes el malestar psicológico que el bienestar, que en muchos casos se diluye en los pensamientos más negativos y se hace inapreciable. En esos casos, la terapia de pareja sí podría funcionar», explica la sexóloga viguesa Emma Placer.

Para sobrevivir al verano como pareja, Placer recomienda cuidar la relación con mimo durante todo el año, empleando la asertividad con la pareja, cambiando la queja por una sonrisa y evitando lo que ella denomina la «PPR» sexual -pereza, prisa y rutina-, a la que ahora hay que añadir una cuarta, advierte: Netflix y es que, para Placer, hay que restarle horas a la televisión para invertirla en la vida en pareja.

Falta de comunicación

Pero las vacaciones son solo la gota que colma el vaso. La pareja que no sobrevive al descanso estival es que ha llegado a este con una maleta con demasiados desencuentros y pasar más tiempo juntos es solo el detonante. Tener que hacer planes en pareja o en familia, lo que implica siempre una negociación, puede ser un fuerte corrosivo para una relación en la que falla uno de los pilares fundamentales, como es la comunicación.

Según los expertos, estas deficiencias comunicativas no surgen de un día para otro, sino que se arrastran desde tiempo atrás, aunque pasen inadvertidas ante la vorágine del día a día: los problemas laborales, los de los niños, el estrés o las obligaciones. Hasta que el relax pone en evidencia que la pareja no sabe resolver sus diferencias.

Según la experta, en muchas ocasiones, el problema se remonta al mismo inicio de la relación. «Aunque parezca increíble, muchas parejas arrastran los mismos problemas desde el inicio de la relación. En la etapa 'dulce' o de enamoramiento, somos incapaces de ver objetivamente esas 'cosillas' que nos molestan. Yo lo llamo el efecto lunar/verruga: en los primeros meses de la relación se ve el lunarcito inocente, pero cuando los años pasan vemos una verruga que nos llega a desagradar, aunque afortunadamente esto no se da en todos los casos», explica.

Para la sexóloga, los patrones sobre el amor romántico también tienen mucho que ver en la ruptura de la pareja. Para Placer, es un error pretender relegar a un segundo plano al individuo dentro de la pareja en favor del «nosotros» y apuesta por que los miembros de la pareja guarden una parcela para ellos mismos como individuos independientes como otro de los secretos para mantener la relación.