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Análisis

Despoblación rural: alerta roja

Calles ha puesto a disposición de los vecinos un autocar para que las personas más mayores puedan desplazarse hasta Chelva para ir al banco

Una niña juega en una de las calles más antiguas de Chelva. PROVI MORILLAS

Que el fenómeno de la despoblación ha llegado a la Comunitat Valenciana es una realidad ya que hasta 71 municpios están en «riesgo servero de despoblación» según los últimos parámetros establecidos por la Unión Europea para medir este indicador. Pese a que la población valenciana ha crecido un 20,4 %, cinco puntos más que la media nacional, hasta dieciocho municipios de la provincia de València pueden quedar totalmente desiertos en un futuro no muy lejano. Como muestra de ello está el pueblo de Benagéber, una localidad 190 habitantes que cuenta con una densidad de población del 2,72 %, uno de los porcentajes más bajos.

Este pueblo, situado más cerca de la provincia de Cuenca que de la ciudad de València, solo cuenta con una tienda de alimentación que hasta el pasado lunes abría todos los días. «Ahora solo levanta la persiana en días alternos y nos obliga a desplazarnos hasta Utiel si queremos comprar algo», cuentan sentadas en un banco en la plaza del puebo Lola y Loli, tía y sobrina, a Levante-EMV. Ellas, dicen, tienen suerte porque sus maridos las acercan hasta el municipio más cercano «pero las personas que no tienen cómo ir tienen que buscarse la vida». Además, el médico presta servicio dos veces a la semana excepto los viernes, cuando el servicio es alterno, «si es una cosa muy grave tenemos que ir a Requena». Pese a esto, el municipio cuenta con una farmacia que abre un par de horas al día de lunes a viernes.

Las mujeres explican que ya han pasado 10 años desde que quitaron el colegio porque no había niños, «ahora solo hay una escuela de verano y también un campamento, los únicos momentos del año en el que hay niños pequeños en nuestro pueblo». Así, Lola y Loli reclaman con urgencia la presencia de familias en Benagéber: «El ayuntamiento realiza contrataciones pero por un corto periodo de tiempo y muchas veces se van a trabajar en las brigadas de la montaña», lamentan. No obstante, la población se incrementa «considerablemente» durante los festejos de San Isidro que se celebran durante el mes de mayo.

En Benagéber también vive y trabaja como educadora en la escuela de verano Ana María Sáez. La joven de 18 años estudia Ingeniería Química en la Universitat Politécnica de València y durante el curso reside en la capital del Túria. «Cuando vengo al pueblo aprovecho para desconectar y salgo con mis amigas a pasear por el monte o a jugar al pádel», relata. Ana María explica que València le gusta mucho «porque hay más ambiente y todo está más cerca, pero cuando vengo a mi casa nunca me aburro».

Colegios en peligro

En peores condiciones de vida se encuentra Calles. En este municipio de 342 habitantes cuya densidad de población es del 5,3 %, según los últimos datos publicados por el Portal Estadístico de la Generalitat, vive Javi, un joven que regenta un bar y que explica a este periódico que no hay población joven y que no hay escuela. «Lo que hacen aquí es agrupar a los pocos niños que hay y los meten en una misma clase», relata. De hecho, Javi cuenta que hubo un año en que el colegio estuvo a punto de no abrir sus puertas en septiembre porque no había niños suficientes para completar el cupo.

Especial situación es la que viven las personas más mayores de Calles. Javi relata que desde el ayuntamiento prestan un servicio de autocar para que los adultos puedan desplazarse hasta Chelva, municipio más cercano, a sacar dinero o a comprar ya que en Calles no hay ninguna sucursal bancaria ni ninguna tienda más allá de los pequeños negocios familiares. «Por lo menos tenemos servicio de médico y enfermera todos los días aunque estuvieron a punto de quitarlo también», cuenta.

Chelva es otro pueblo de los que está en riesgo de despoblación ya que cuenta con una densidad de población del 7,86 %. Pese a que su población ha experimentado una tendencia alcista durante los últimos cuatro o cinco años, «hace falta gente joven», cuenta el teniente de alcalde Juan José Aguilar. Cuando los jóvenes entran en la universidad, explica, se van a estudiar fuera «y lo más normal es que se queden allí si les sale algún trabajo». Para paliar los efectos del fenómeno de la despoblación, Aguilar manifiesta que uno de los principales objetivos que se han marcado desde el equipo de gobierno para la legislatura que comenzó hace unos meses es el de conseguir construir un polígono industrial.

La localidad de Chelva es de las más pobladas del interior de la provincia de València con 1.498 habitantes y cuenta con una guardería, con un colegio que tiene todas las aulas cubiertas y con un instituto en el que imparten las enseñanzas de Bachillerato y el ciclo de Formación Profesional de Aprovechamiento y Conservación del Medio Natural.

Además en Chelva tienen las necesidades básicas cubiertas ya que disponen de Servef, entidades bancarias y servicios sanitarios que atienden urgencias las 24 horas y pasan visita todos los días. En caso de producirse una situación grave, relata el teniente de alcalde, se van a Llíria. El teniente de alcalde también relata que el pueblo dispone de un tejido asociativo «muy completo ya que contamos con más de 20 entidades de todo tipo». Pese a todo esto, Aguilar lamenta que Chelva sea una zona propensa a sufrir despoblación «porque tenemos de todo». Misma opinión vertida por Rubén, un joven que es y vive en el municipio.

«Todo depende de las expectativas que tengas, si quieres una vida agitada es mejor que vivas en la capital, pero si prefieres una vida más tranquila, Chelva es el lugar ideal», cuenta. «En mi caso acabé algo agobiado de vivir en València y por eso decidí volver, pero también me aburre estar aquí durante mucho tiempo así que aprovecho para desconectar y para estar en contacto con la naturaleza», manifiesta.

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