Tenía decidido desde hace semanas renunciar al acta de diputado autonómico y hace tiempo que se lo había comunicado al presidente Puig, pero el anuncio, ayer, del conseller de Hacienda, Vicent Soler, con convocatoria urgente en las Corts y en plena tormenta por los recortes, especialmente con el socio Compromís, abonó las especulaciones sobre un posible malestar del conseller con lo ocurrido durante los últimos días. Un malestar interno o con Compromís, que se resiste a asumir un coste político con los ajustes, y que el día antes había exigido mayor contundencia ante Pedro Sánchez.

La versión del titular de Hacienda, que ayer negó (en una comparecencia de una hora) haberse sentido desautorizado o que perciba deslealtad en el socio Compromís, es que deja el escaño para liberar su agenda y poder dedicar todo su tiempo a pelear por la reforma de la financiación. Su conselleria ha quedado expuesta y está en el foco mediático por los recortes y así parece que seguirá los próximos meses. Y sin la renuncia al acta, Soler quedaba obligado a acudir a todas las sesiones plenarias (sea interpelado o no) porque la exigua mayoría de 52 diputados del Botànic frente a los 47 de la derecha obliga a todos los parlamentarios a estar presentes para apretar el botón ante la posibilidad de perder votaciones en la cámara cuando se traten temas relevantes. En el departamento que dirige Soler entienden que su agenda no es la misma que la de otros consellers, que sí pueden compatibizar ambos cargos. Siete lo hacen. De hecho, Soler no era diputado en los primeros años del Botànic y no estaba obligado a acudir regularmente a las Corts como sí lo hacen muchos de sus compañeros.

Le sustituye el profesor e investigador Pedro Ruiz Castell (hijo del exrector de la Universitat de València), que es doctor en Historia de la Ciencia por la Universidad de Oxford y coordinador en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología. Ruiz era consciente desde el verano de que asumiría el acta.

El escenario ha cambiado

Pero el contexto de la renuncia de Soler al acta autonómica no puede separarse de la tormenta de los recortes. De hecho, está muy relacionado. El conseller admite que se ha producido una situación excepcional porque el escenario del pasado mes de octubre, cuando el Consell aprobó los presupuestos para 2019, no tiene nada que ver con el actual. Entonces había un pacto de presupuestos en Madrid (PSOE-Podemos), del que nacían las mejores cuentas para la Comunitat Valenciana en 15 años.

Pero el bloqueo de aquellos presupuestos, que precipitó el adelanto electoral, y después la inestabilidad actual en Madrid impide el envío de fondos a cuenta de la financiación y el IVA atrasado, lo que ha dejado al Consell sin ingresos que estaban previstos (750 millones) y que obliga a tomar medidas para contener el gasto de la Generalitat en 438 millones.

Pero esta semana, cuando los socios han tenido que sentarse a pactar el ajuste, el diálogo se ha complicado. Soler insiste en que el Consell tiene que acometer los ajustes como un solo Gobierno, «unido como una piña», dijo ayer, pero Compromís se resiste y el martes puso condiciones. «Los problemas internos se resuelven internamente, siempre hay tensiones pero yo no puedo entrar en discusiones partidistas», respondió ayer Soler en las Corts preguntado por la actitud del socio, al que evitó criticar en todo momento.

Sin embargo, algunas fuentes socialistas opinan que la coalición ha actuado de forma partidista y ha intentado que el PSPV cargue con la erosión política que suponen los ajustes, e incluso otras fuentes destilan cierto malestar porque el presidente y el conseller hayan aceptado todas las exigencias planteadas el martes por la vicepresidenta, Mónica Oltra, y hayan elevado al instante el tono de la reivindicación ante Madrid como ocurrió el miércoles.

Negro panorama presupuestario

Soler también dibujó ayer un panorama negro en el caso de que, como parece, la inestabilidad se prolongue y la falta de Gobierno impida que se aprueben presupuestos hasta bien entrado el próximo 2020. «No quiero ni pensar tener que volver a trabajar con los presupuestos más austericidas, los de la época de Cristóbal Montoro de nuevo prorrogados, tenemos que buscar una solución desesperadamente», dice Soler.

Preguntado por una de las exigencias de Compromís tras la reunión del martes, la de que el Consell pueda ampliar el número de funcionarios, Soler respondió que es precisamente el capítulo 1 de los presupuestos (Personal) el que más restricciones legales sufre, por lo que puso en duda que pueda avanzarse en esta cuestión.

Inquirido por un posible cierre del presupuesto antes de que acabe el año, como ya ha hecho Cataluña en pleno agosto, Soler dijo que es una posibilidad, aunque matizó que si se cierra sería poco antes del 15 de diciembre, la fecha que es habitual. También se mostró partidario de volver a las manifestaciones cuando haya Gobierno y dijo que seguirá reivindicando «a Montero y a Montoro».

Soler, de 69 años, doctor en Economía y catedrático de Economía Aplicada, añadió que se va a entregar en «cuerpo y alma» a lograr una financiación justa y aseveró que los responsables de la situación no son ni Compromís ni Podemos, ni los socialistas, porque los tres votaron lo spresupuestos del Estado frente a una extraña pinza de PP, Cs e independentistas que los tumbaron, lo que reprochó a los diputados valencianos de las dos formaciones de la derecha.