Gabriel Fariza, Gaby, nos conquistaste desde que te conocimos. Primero a Maite Miralles, nuestra pintora amiga, luego a todos nosotros, sus amigos. La Memoria de la Escena Española posibilitó que tu autobiografía pudiera editarse para preservar los recuerdos y vivencias profesionales de los pioneros de la escena española. Asistimos el pasado 22 de octubre en el Teatro Russafa a la presentación en València de Rabiosamente jóvenes, agresivamente dinámicos. Con ese tu título estaba casi todo dicho. De su lectura se podía comprobar que detrás del disfraz del popular payaso Bombalino, que tu creaste con tu pareja Cuchufleta (Maite), se encontraba un hombre de teatro, teatro puro según tus propias palabras.

Tras un tiempo realizando teatro en la calle por el Rastro o el Retiro en Madrid, donde Gaby y Maite vivían, y tras renunciar a realizar trabajos publicitarios bien remunerados para empresas automovilísticas, y después de sus espectáculos Jugo de Juguetes y El circo Malvarrosa, en 1995, Gaby y Maite, con sus hijos David y Simón, fundaron el Teatro de Marionetas La Estrella, con más de veinte años de funcionamiento, para delicia de niños y mayores, y apenas reconocimiento por gran parte de medios de comunicación. Con un repertorio que alcanza los treinta títulos. El pequeño Fausto, Hansel y Gretel, Juan sin miedo, Los músicos de Bremen o Laberinto en Campanar, están entre los más conocidos.

Enamorados de Portugal, de Évora, de Os bonecos de Santo Aleixo, familia portuguesa de titiriteros, como ellos, con los que compartían experiencias, amores y viajes, llegaron a realizar la última gira por Portugal hace unas fechas. Gaby tenía un compromiso por la libertad que le llevo a participar desde las primeras huelgas de actores en España a las últimas reivindicaciones de su barrio por Salvem el Cabanyal. Pero su espíritu libre, iba unido a la exigencia y al esfuerzo, y tras el Teatro de Marionetas La Estrella Cabanyal vino el Teatro de Marionetas La Estrella Petxina, y luego el de Benassal, el pueblo de Maite, y más tarde el caserón-teatro de Alcalá de la Selva, también donde conexiones familiares.

Estas breves y apresuradas notas solo pretenden dar testimonio de la pérdida de una persona buena, apasionada del teatro y de su familia, de València, por adopción, y de sus gentes, por solidaridad, que trabajando sin parar trajo a nuestra ciudad el teatro popular de verdad. ¡Qué suerte haberlo conocido! ¡Qué dolor haberlo perdido, tan bruscamente! Dolor que compartimos con Maite, su familia y amigos todos, del mundo del teatro, los titiriteros y la verdad.