Dos ríos cuyo cauce acostumbra a estar seco protagonizaron ayer una crecida espectacular que dejó situaciones de extrema tensión y escenarios postapocalípticos en varios municipios de la Costera y la Vall d'Albaida. El descomunal episodio de lluvias torrenciales iniciado el miércoles transformó Ontinyent en una zona catastrófica como consecuencia de los cerca de 300 litros por metro cuadrado contabilizados por Aemet en la localidad durante 24 horas, máximo histórico desde que hay registros, a partir de 1917.

Como ya ocurrió con la gota fría de finales de 2016, el desbordamiento del río Clariano volvió a inundar una veintena de casas de Cantereria, un barrio muy humilde y degradado que convive pegado al lecho, separado por un muro de apenas unos metros. Los problemas de hace tres años, aún sin solucionar, se repitieron y de nuevo se vivieron momentos dramáticos en los que algunos residentes vieron peligrar sus vidas. Alrededor de 40 tuvieron que ser rescatados por las once dotaciones de bomberos desplegadas a la zona, junto con el resto de fuerzas de seguridad, que contuvieron los accesos y evitaron males mayores.

El cauce creció de forma rapidísima entre las 7 y las 9 de la mañana, limitando las opciones de reacción. Aunque la intención inicial era evacuar a todos los vecinos, la cantidad de agua acumulada dejó a muchos atrapados que tuvieron que confinarse en las plantas superiores de las viviendas, casi todas de dos alturas, anegadas a un nivel considerable

Sin embargo, visto el peligro que corrían algunos inmuebles en los que se produjeron desprendimientos y otras circunstancias de riesgo, los bomberos fueron procediendo a la evacuación de los más afectados, instalando una escalera en forma de pasarela a través de una ladera situada en la parte trasera de las viviendsa por la que éstos treparon para ponerse a salvo. Un hombre atrapado por un pie tuvo que ser evacuado de urgencia tras caerse parte del tejado de una casa: fue trasladado en ambulancia al hospital con una fractura de tobillo.A partir de las 11, el cauce dio una tregua y permitió a los residentes abandonar sus casas inundadas pese a las reticencias de algunos. 44 residentes de Cantereria fueron realojados en un albergue municipal, donde el ayuntamiento les brindó asistencia psicosocial tras los cuantiosos daños materiales sufridos en sus domicilios. Por otra parte, el muro de un colegio se derrumbó sin causar heridos y el Centro de Salud del Barranquet cerro por inundación.

En Moixent, la población amaneció sobresaltada por el aparatoso caudal del río Canyoles, que se multiplicó por 20 a lo lago de la mañana como consecuencia del agua recogida procedente de la Serra Grossa, la Font de la Figuera y Almansa. El cauce se desbordó en la parte inicial de un puente en la Avenida Lepanto y en el Barranco del Bosquet arrastró diversos coches con un gran vigor ante la perpleja mirada de los vecinos, que no daban crédito. Dos casas próximas a la Avenida de les Alcusses fueron desalojadas y quedaron inundadas, como muchos bajos. La gran cantidad de cañas y troncos que llegó a arrastrar la corriente generó una situación de tapón en su avance por el puente de Moixent que dejó calles anegadas e intransitables y obligó al ayuntamiento a redoblar esfuerzos para desaguar la riada, rompiendo mediante una retroexcavadora las barandillas del puente con tal de encontrar una vía de escape al agua hacia los barrancos. Los operarios trabajaron intensamente durante toda la tarde para subsanar los múltiples daños materiales ocasionados por el temporal, que hizo desaparecer un tramo de carretera.

El alcalde de Moixent, Guillermo Jorques avanzó que va a solicitar la declaración de zona catastrófica a la Generalitat, una medida anunciada también por el munícipe de Ontinyent, Jorge Rodríguez, que se mostró muy crítico con los organismos responsables de la cuenca del Clariano, la Confederación Hidrográfica del Júcar y el Ministerio de Medio Ambiente, porque, a su juicio, «ni actúan ni dejan actuar para proteger la Cantereria ni en el entorno del río». Rodríguez destacó la «ausencia de desgracias personales» pese a una gota fría «sin precedentes».

En la capital de la Vall d'Albaida se movilizaron seis máquinas excavadoras para atender los caminos inundados, los desprendimientos y desperfectos en la vía pública. Varias carreteras de acceso a la ciudad tuvieron que cortarse y en el hospital de Ontinyent se registraron goteras.

Dos policías heridos en Canals

En Canals, se vivió un rescate escalofriante, cuando varios policías locales se jugaron la vida de forma heroica para evacuar a unos vecinos atrapados por la crecida del río Canyoles en una caseta inundada. Los agentes, que sufrieron cortes y heridas, estuvieron a punto de ser arrastrados por la corriente, pero la intervención de los bomberos y de la Guardia Civil fue vital para evitarlo. En total, hubo tres rescatados y hospitalizados, uno de ellos en helicóptero. Dos heridos eran policías. Fuentes sanitarias informaron de un hombre de 43 años asistido por contusiones, crisis de ansiedad y por leve aspiración de agua, y de otro de 58 años por policontusiones e inmersión en el agua.

Bomberos y Policía Local de Xàtiva participaron en el rescate de dos perros atrapados por las riadas en Xàtiva y Albaida, donde también se cortaron importantes vías de comunicación. En esta última localidad, además, la Policia Local salvó la vida de un conductor al que el agua le llegaba al cuerpo en un punto de la autovia que da acceso polideportivo. En el IES Josep Segrelles de Albaida se rompió una tubería que inundó la sala de profesores y anegó varios espacios, mientras que en Agullent también fueron rescatados por la Policía Local los ocupantes de un coche arrastrado por el agua.

Además, en este municipio se derrumbó parcialmente una casa deshabitada en la calle Miracle y los cascotes provocaron daños en un coche estacionado en la vía pública. No hubo heridos. También se registraron desperfectos en la emblemática Font Jornada y un centenar de vecinos se quedaron sin servicio de electricidad y agua.