El río Segura ha vuelto a reclamar lo que es suyo. Seis días después de la primeras lluvias torrenciales y pese al importante descenso del caudal, todavía ayer se extendía el agua por huertos -causando 167 millones en pérdidas en la agricultura, instalaciones e infraestructuras antes de su desembocadura entre San Fulgencio y Guardamar.

En el tramo de la nacional entre ambas poblaciones se vio afectado por el desbordamiento de la secular red de riego, aunque la Guardia Civil decidió no cortar el tráfico, que continuó lento con el agua ocupando la via. Única opción para no dejar incomunicada a media comarca a costa de retenciones kilométricas.

Ayer 20 carreteras de la Vega Baja se mantenían cerradas al tráfico. La Unidad Militar de Emergencias (UME) y la Confederación Hidrográfica del Segura lograron, por fin, taponar las dos secciones de mota del río que cedieron entre Algorfa y Almoradí. Por la tarde, en una tensa reunión de responsables de la administración (Generalitat y Consell) con los alcaldes se supo que aún quedan cuatro en las que se tardará dos días.

Culpan a la CHS

Uno de los regidores más críticos es el de Guardamar, José Luis Sáez, quien ve desde el domingo cómo el nivel del agua sube en la huerta sin que el agua vaya al mar. Al parecer, el problema reside en los obstáculos que encuentra, algo de lo que este culpó a la CHS, de forma abierta, ante todos los asistentes. Por este motivo se planteó crear una tercera vía de salida del agua, entre las dos actuales para intentar rebajar el nivel.

Ayer había temor a un efecto rebote; es decir, que el agua encontrara menos problema en volver a la huerta antes que a salir al mar. Sáez, en declaraciones al periódico, reprochó la dejadez de la CHS con el Segura y culpó al organismo de cuenca, como otros regidores, de buena parte de lo que pasa. El desbordamiento de la mota en Algorfa, retransmitido casi en directo vía móvil, fue el comienzo de la desgracia para numerosos municipios de la huerta y la pesadilla de sus vecinos. Anegó Almoradí, Dolores, parte de Algorfa, el campo de Formentera, Heredades y la huerta de Rojales. Al alivio de haber dejado atrás el miedo a verse arrastrado por las aguas, siguió la asunción de la devastadora realidad: Se ha perdido todo. Cientos de vecinos de la comarca, en especial en los barrios y pedanías de Orihuela, comprobaban ayer sobre el terreno los cuantiosos daños materiales provocados por el agua en sus viviendas, en sus vehículos. En sus campos.

La vida se les detuvo el pasado jueves. Gestos tan cotidianos como abrir el grifo o ducharse, son imposibles. El suministro de agua potable está interrumpido en muchas poblaciones. Como el agua, se extiende la sensación de que esta nueva riada se ha cebado con los de siempre, con las barriadas periféricas de algunos de los municipios de la comarca. Las más humildes. Donde hubieron de dejarlo todo, ya con el agua a la cintura para no perder también la vida. También, a modo de advertencia, en los nuevos desarrollos urbanísticos aprobados durante la época del boom. Benfis Park en Benferri, arrasado por la monstruosa avenida de la rambla de Abanilla que ha causado el mismo daño que el propio Segura. Las nuevas urbanizaciones de Almoradí, que han ampliado su casco urbano a costa de los bancales. O Montepinar, en la ladera norte de la sierra de Orihuela, donde los millones invertidos para reurbanizar y legalizar las viviendas han sido arrastrados y enterrados en lodo. La misma secuencia se repite en cientos de casas fuera de ordenación de donde se evacuó a miles de personas (en torno a 300 siguen realojadas en albergues).

Sigue un desaparecido en Dolores

Por otro lado, buzos de la Guardia Civil siguen buscando al cierre de esta edición a un holandés de 66 años arrastrado ayer cuando se metió en una acequia de Dolores, las poblaciones han recuperado los suministros de agua y luz, y las tiendas y bares empiezan a reponer sus artículos después de varios días sin que pudieran llegar los habituales proveedores.

En todo caso, unos 20.000 alumnos de ocho municipios de la Vega Baja seguían ayer sin clases: Almoradí, Benejúzar, Benferri, Formentera del Segura, Jacarilla, Orihuela, Rojales y San Fulgencio ya que, en algunos casos, los centros se han utilizado para desalojados o para albergar a los militares de la UME.

Trámites de las ayudas

Los vecinos ya piden las ayudas económicas prometidas después de que, muchos de ellos, lo hayan perdido «todo» por la inundación y la consiguiente acumulación de barro. La Delegación del Gobierno en la Comunitat ha iniciado ya los contactos con ayuntamientos y diputaciones provinciales para la gestión de las ayudas, tal como adelantó el pasado sábado en su visita a Orihuela el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien afirmó a los vecinos que le aguardaban que el Ejecutivo «va a estar ahí». Ayuntamientos, como los de Orihuela y Redován, han aprobado por unanimidad en sendos plenos la petición de declaración de zona catastrófica.

Otra zona cero del temporal es Ontinyent, donde los técnicos municipales comenzaron a inspeccionar las cuarenta casas desalojadas de la calle de la Canterería, afectadas por el desbordamiento del Clariano. Las primeras estimaciones calculan que entre el 20 y el 30% de las casas podrían no ser habitables.

A falta de estimaciones globales, los técnicos municipales de Ontinyent también han cifrado en 8 millones de euros los daños ocasionados por la DANA en el sistema de depuración de aguas de la ciudad. El consistorio ha descubierto desperfectos graves en los dos principales colectores de la ciudad que han desembocado en la parada de la depuradora municipal, lo que está provocando el vertido diario de alrededor de 9.000 metros cúbicos de aguas residuales urbanas e industriales de Ontinyent y Agullent al Clariano.

El alcalde de Moixent, Guillermo Jorques, avanza que el valor de los desperfectos ocasionados va a ser muy grande, puesto que al menos seis puentes de comunicación que cruzan el cauce en la localidad han quedado inhabilitados. Para que los escolares pudieran retomar las clases ayer, el consistorio habilitó un paso extraordinario por un puente cortado al tráfico.