Determinadas bacterias que se alojan en las placas solares podrían servir para diseñar nuevos tratamientos farmacéuticos o cosméticos contra el estrés oxidativo, el cual se asocia a enfermedades como el alzhéimer, la hipertensión o el cáncer.

Así lo refleja una investigación llevada a cabo entre dos institutos de investigación y dos empresas innovadoras, todos situados en el Parc Científic de la Universitat de València, que ha constatado el potencial antioxidante y de protección contra la radiación ultravioleta de esas bacterias.

Según este trabajo, la elaboración de extractos de estas bacterias seleccionadas, o combinaciones artificiales de sus componentes activos, podría ser útil para el diseño de nuevos tratamientos contra enfermedades donde el estrés oxidativo juega un papel crucial, han informado fuentes del Parc Científic.

La investigación ha sido llevada a cabo por el Instituto de Biología Integrativa de Sistemas (UV-CSIC), el Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos (CSIC) y las empresas Darwin Bioprospecting Excellence y ADM Biopolis, y las bacterias han sido aisladas a partir de placas solares de la Facultad de Economía de la Universitat de València.

"El objetivo general era aumentar el conocimiento sobre las comunidades bacterianas que viven en superficies artificiales en condiciones extremas", para entender los mecanismos moleculares que hacen posible su supervivencia y aplicar estos conocimientos a aplicaciones biotecnológicas, explica el investigador Manel Porcar.

El trabajo partió de la idea de que las bacterias que crecen en ambientes con elevada radiación solar y desecación tienen estrategias para combatir las extremas condiciones a las que están expuestas, y esas adaptaciones incluyen eficientes sistemas de reparación de ADN, producción de pigmentos y protección frente al estrés oxidativo.

Por ello, decidieron estudiar las comunidades microbianas que habitan en las superficies de seis paneles solares ubicados en la Facultad de Economía de la Universitat de València, señala la investigadora Kristie Tanne.

En el estudio, se utilizó el nematodo Caenorhabditis elegans como modelo animal de evaluación, que permite un rápido escrutinio en vivo de la actividad biológica de las bacterias candidatas y permite evaluar la funcionalidad de diferentes ingredientes, como extractos de plantas, probióticos o incluso fármacos, señala Patricia Martorell, jefa de Laboratorio de Biología Celular de la biotecnológica.

Los ensayos mostraron que tres de los microrganismos del estudio tenían mayor poder antioxidante que la vitamina C, y una de ellas sirvió para confirmar el efecto protector de los microorganismos contra radiación ultravioleta. La investigación ha sido publicada en la revista científica Frontiers in Microbiology.