La contaminación causa 350.000 muertes prematuras al año en la Unión Europea. Y hasta 26.000 fallecidos en España. Se trata de una muerte silenciosa, que también agrava enfermedades y empeora la calidad de vida de las personas. Un «problema de salud pública» al que sólo le puede poner freno la reducción del tráfico en las ciudades, según recomendó ayer en València Xavier Querol, investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (Idaea) de Barcelona. Querol, oriundo de «Morella y Vilafranca», desveló detalles de uno de sus recientes estudios en el que analizaron la calidad del aire en 40 colegios, con preocupantes hallazgos. Por ejemplo, las emisiones de orín del diesel detectadas en un centro de Barcelona que «eran más elevadas en el interior de la clase que en el exterior del edificio educativo». ¿Por qué? La explicación la encontraron en la imagen de satélite de Google: los atascos que se producen junto al edificio cada día, ya que se trata de una vía de acceso a la ciudad con elevados índices de tráfico. De ahí que Querol insistiera en que la racionalización del tráfico es «una cuestión de salud pública, no es una cuestión de ecología». Se trata de un «esquema no pesimista, porque existen opciones: reducir el tráfico en las ciudades, sustituir las calderas de combustible sólido, reducir las emisiones industriales -que se han puesto las pilas y lo están haciendo muy bien-, también en la construcción y demolición, en los puertos, los aeropuertos, la agricultura y la ramadería».

Una propuesta que tropieza con «la piedra del uso del vehículo privado. Existe una resistencia social a reducir el uso del coche. Como también había gente en contra del uso obligatorio del cinturón de seguretat, fumar en lugares públicos o beber y no conducir. Pero ese es el futuro». Para ello Querol sugiere cinco medidas para garantizar ciudades más saludables que, advirtió, «deben ser de ámbito metropolitano»: mejorar el transporte público y los aparcamientos disuasorios; reducir la entrada de coches en las ciudades, sobre todo los más viejos y contaminantes; apuesta clara por los coches eléctricos (en Noruega no pagan IVA, ni peajes, ni impuesto de circulación); actuar sobre la distribución urbana de mercancías porque un pequeño restaurante puede recibir hasta siete furgonetas; y el rediseño urbano con más zonas verdes.

El conseller de Obras Públicas, Arcadi España, que no dejó de tomar notas durante toda la charla, mostró su disposición a impulsar la red de itinerarios no motorizados, anunciada la pasada legislatura pero escasamente materializada, y buscará ayudas europeas.