Mariam (nombre ficticio), una mujer marroquí de 28 años, llegó a una vivienda de la urbanización Empedrola de Calp para cuidar a unos niños, a cambio de casa, alojamiento y 'papeles'. Eso le había prometido el empresario kuwaití que la 'contrató' hace menos de un mes. Pero lo que en principio fue una convivencia normal con su jefe, se convirtió en una historia de terror absoluto: fue violada tres veces y todas ellas con graves secuelas físicas, hasta que por fin pudo huir de la casa, el jueves pasado, en pleno aguacero de gota fría, y recibir ayuda. Gracias a ello, la Guardia Civil detuvo menos de una hora después al presunto violador, un kuwaití de holgada situación económica, cuando se disponía a volar a su país co en sus maletas.

La mujer logró escapar de la casa en una agónica huida, después de permanecer encerrada en un cuarto de baño, soportando los gritos y golpes en la puerta de su agresor, hasta que este tuvo que ir a consolar a sus hijos, testigos de al menos uno de los ataques sexuales, y Mariam pudo escapar.

Pero antes de recibir ayuda -se la encontró una patrulla de la Policía Local, empapada, desorientada y muerta de miedo bajo la lluvia- aún tuvo que soportar que el vecino a cuya puerta llamó pidiendo auxilio le espetara que «lo mejor era que se olvidara de lo sucedido y no denunciara a quien le había dado trabajo».

Los policías locales le dieron amparo y la llevaron al cuartel de la Guardia Civil de Calp, donde tuvo que rememorar las brutales violaciones a las que había sido sometida bajo amenazas y con un total desprecio hacia su persona. En la última de ellas, ocurrida la mañana en que huyó, hasta los hijos del supuestos violador, de menos de 10 años, se enfrentaron físicamente a su padre, situándose entre él y su víctima, para detener su ataque y salvar a su cuidadora. Lejos de entrar en razón, los apartó, los echó del dormitorio y prosiguió con la agresión hasta que ella se zafó y se ocultó en el baño.

Los hechos fueron tan violentos, que el agente que recogió la denuncia incluso tuvo que detener la declaración durante unos minutos porque la mujer se derrumbó emocionalmente y estalló en un llanto incontrolable al tener que rememorar lo sucedido.

De hecho, el terror que ha vivido la mujer es tal, que pese a los daños físicos sufridos, ni siquiera fue al médico por miedo a que su violador cumpliera su amenaza de matarla, según la denuncia, no quiso acudir al médico por el miedo que tenía. Ahora la joven trata de recuperarse en un Centro Mujer 24 Horas.