Al cuarto día llegaron los problemas. El 18 de septiembre, al asistente personal de Óscar le prohibieron la entrada al instituto donde este joven con TEA (Trastorno del Espectro Autista y altas capacidades) ha empezado la ESO. Tres días ha pasado el joven sin su asistente en un centro que ha organizado a los profesores de guardia en turnos para que le puedan acompañar. «Entre el orientador del centro y el profesor que está de guardia en el momento van cubriendo las horas, pero esa no es la solución. De hecho, esta misma mañana (por ayer) he tenido que ir al instituto porque me han llamado con urgencia. Había problemas con Óscar. No podían hacerse con él. Yo sabía que esto iba a pasar... Conozco a mi hijo y necesita un referente con él en las aulas. Su asistente personal sabe anticiparse, lo conoce y lo sabe tratar. Y al cuarto día sin su compañía en clase han llegado los problemas», afirma Juan Diego Rodríguez, el padre de Óscar.

El asistente personal es una figura que está potenciando la Conselleria de Igualdad. Hace un año había 6 ayudas concedidas y ahora hay 33 y 45 en tramitación. La subvención consiste en una cuantía económica para que la persona con necesidades especiales contrate a un asistente personal para que realice las funciones que precise para ayudarle en su inclusión en el mundo educativo y laboral. La ayuda se enmarca en la Ley de Dependencia y la pueden solicitar las personas que tengan entre 3 y 65 años, pero no es personal docente y ese es el argumentario para negar su entrada al instituto o a cualquier otro centro educativo.

Sin embargo, fuentes de la Conselleria de Educación aseguran que están «trabajando en coordinación» con la Conselleria de Igualdad «para establecer la regulación que haga posible incorporar durante esta legislatura la posibilidad de nuevas figuras en este sentido». Y Juan Diego Rodríguez, se lleva las manos a la cabeza. «Mi hijo no puede esperar una legislatura. Cuatro años más. Mi hijo sufre cada día. A mi hijo le están negando la educación inclusiva si no puede asistir a clase con un apoyo específico para él todas las horas lectivas. No lo digo yo, lo dijo un juez», explica.

El salto a la Educación Secundaria preocupaba a la familia de Óscar, quien medió con la dirección del centro antes de verano para estudiar la posibilidad de que el joven acudiera a clase acompañado de su asistente personal. Y es que el talón de Aquiles de Óscar son las interacciones sociales. Óscar no padece trastorno intelectual. Este niño de 12 años solo encuentra dificultades en la interacción social porque su nivel cognitivo no está afectado.

Entre sus ilusiones figura la de ser programador de viodeojuegos y, si puede, ir a la universidad. Pero tiene conductas disruptivas. Ha sido víctima de acoso escolar. Ha estado matriculado en la modalidad «combinada» durante años. Es decir, unos días iba a clase a un colegio ordinario y otros días iba a un Centro de Educación Especial. Pero un juez ordenó que Óscar se matriculara en un colegio ordinario, en una clase sin distinción alguna y con los «apoyos y recursos necesarios» que precisara. El asistente personal le ayuda en sus relaciones y es un pilar en su educación. Y al cuarto día de quedarse sin su apoyo en el aula, llegaron los problemas, según su progenitor.

La respuesta de conselleria

Desde la Conselleria de Educación, sin embargo, aseguran que Óscar sí tiene los apoyos que necesita y ordenó un juez. «Hay un plan personalizado de atención activado desde el inicio de curso para este alumno. Este plan consiste en: asistencia semanal personal de un PT mediante el Plan de Atención y Mejora y asistencia personal de un especialista en Audición y Lenguaje. Además, a cada hora lectiva, en su aula, cuenta siempre con un docente del centro que realiza acompañamiento de apoyo en cada clase favoreciendo una conducta que fomente la convivencia del alumno en cada una de las sesiones. Por lo tanto, en cada clase está el docente que imparte la lección y un docente de apoyo específico para el alumno», explica la conselleria. El padre insiste en que «los profesores y la orientadora se turnan en las guardias y esa no es la solución. Esa ayuda ha llegado a corre prisas y no desde el inicio del curso sino desde que prohíben la entrada del asistente personal». Además, las mismas fuentes insisten en su apuesta por el alumnado con necesidades especiales. «En la legislatura pasada se llevó a cabo el Decreto de Inclusión Educativa que se está desarrollando y en esta legislatura hay una Dirección General específica y se han triplicado los recursos y el personal para favorecer e implementar las políticas dedicadas a esta cuestión capital», concluyen.