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Ordenación del territorio

Las lecciones de la rambla de Abanilla

Técnicos de la Conselleria de Política Territorial han inspeccionado sobre el terreno el impacto de las inundaciones en la Vega Baja, agravadas por la rambla de Abanilla, habitualmente seca.

Las lecciones de la rambla de Abanilla

Mientras la Vega Baja se reconstruye tras las últimas inundaciones registradas a principios de septiembre, los especialistas en ordenación del territorio inspeccionan el terreno para tomar nota del alcance de las lluvias torrenciales. Se trata de aprender de la tragedia, para intentar prevenir futuras catástrofes. O al menos minimizarlas.

El agua tiene memoria, como siempre recuerdan los expertos en temas hidráulicos. Y un cauce seco durante años puede convertirse en un torrente de agua devastador. Sucedió en la tragedia de Biescas (7 de agosto de 1996) en la que una crecida extraordinaria del torrente de Arás provocó la muerte a 87 personas. Sucedió en Finestrat, cuando una riada arrastró a un matrimonio británico que visitaba el antiguo mercadillo instalado en La Cala de Finestrat el 21 octubre de 2011. Dos exalcaldes y un exedil de esta población de la Marina Baixa acabaron condenados por los dos homicidios imprudentes.

Y ha sucedido en la conocida como rambla de Abanilla, considerada como un «río intermitente», porque casi siempre va con el caudal seco, que nace en la sierra del Carche (Murcia) y considerado un afluente del Segura. Casi siempre. Porque a la vista de las imágenes obtenidas por el satélite Copérnico, los efectos de la rambla de Abanilla han sido devastadores y han agravado los efectos de la crecida del Segura en poblaciones como Benferri y Redován y en polígonos de la zona. Durante el episodio de lluvias, entre las muchas imágenes captadas por medios como Información (del mismo grupo editorial que Levante-EMV) se encontraban las de los coches amontonados de un concesionario, sorprendidos cuando estaban estacionados en una campa al aire libre. El agua que los arrambló procedía del caudal que vomitaba sin control la rambla de Abanilla.

La llanura de inundación provocada por el barranco habitualmente seco prácticamente se confundía con la provocada por el desbordamiento del río Segura. De hecho, la «mancha de territorio inundado» superó ampliamente la previsión de inundabilidad prevista en el Patricova para un periodo de retorno de cien años y prácticamente igualaba las precipitaciones previstas para el periodo de retorno de quinientos años, tal como publicó Levante-EMV en su edición del 22 de septiembre. Y no se trata de un hecho aislado. La Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) tiene documentadas las crecidas registradas en la rambla de Abanilla, lo que supone todo un aviso para navegantes. El 28 de septiembre de 1947, «la rambla de Abanilla dejó inundadas zonas de huerta en el área de Orihuela y anegó el pueblo de Benferri, cuyo cementerio quedó asolado por el ímpetu de las aguas», recoge la CHS en su página web. El 23 de marzo de 1949 la rambla de Abanilla también experimentó una crecida. Y el 7 de octubre de 1950 «las ramblas Salada (Santomera) y Abanilla inundaron 5.000 tahullas (la tahulla es una medida de superficie agraria que equivale a 1.118 m²) de la Vega Baja». Episodios que se repitieron en 1965, 1966 y 1967. Cincuenta y dos años después, la rambla de Abanilla ha vuelto a reivindicar su territorio natural.

A pesar de estos antecedentes, actualmente se tramita la creación de una nueva zona industrial ubicada en plena llanura de inundación de la rambla de Abanilla, que aún debe obtener los informes favorables o desfavorables de la Conselleria de Política Territorial. En el pasado ya se han rechazado otras iniciativas en esta zona como la Ciudad Deportiva que pretendía ubicar justo en la zona a la que más afecta el torrente de inundación, el estadio municipal de fútbol o la ampliación del polígono industrial Puente Alto que solo sería posible con unas medidas contra inundaciones con un coste inasumible, tal como contó «Información» en su edición del pasado 19 de septiembre.

La rambla de Abanilla debería estar encauzada desde 2009, según el Plan General de Avenidas de la Cuenca del Segura. Su cauce, visible en las ortofotografías de los años 50 -que pueden consultarse en el Institut Cartogràfic Valencià (ICV)- se pierde en una zona en la que conviven las parcelas agrícolas con zonas urbanizadas que componen una «llanura de inundación» natural que, a parte de los usos agrícolas, ha sido ocupada por el polígono industrial Puente Alto y las pedanías al norte de Orihuela: El Escorratel, El Mudamiento, El Badén, además de afectar a las poblaciones de Rafal y Redován.

Un encauzamiento pendiente desde la pasada década

Los usos agrícolas primero y la urbanización de varias zonas industriales han hecho desaparecer el cauce de la rambla Abanilla, perfectamente visible en las imágenes áreas de los años 50. En 2009 se planteó la canalización de la rambla con una conducción que desembocaba en el río Segura, impulsado por la Confederación Hidrográfica del Segura, con una inversión prevista de 22,4 millones de euros. El proyecto se paralizó, cuando estaba a punto de licitarse, por los recursos presentados por el Ayuntamiento de Orihuela y el juzgado de aguas. La crisis acabó por enterrar este proyecto. Hasta que llegó la última riada.

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