El enfriamiento económico, los recortes a los que se han visto abocadas las autonomías por el bloqueo presupuestario del Gobierno, el Govern catalán llamando a las puertas de la insumisión en vísperas de la sentencia del Procés y la situación de inestabilidad política. El presidente en funciones, Pedro Sánchez, se presentó ayer como «única garantía de estabilidad» para combatir todos los fantasmas que sacuden el tablero político en el enrarecido clima de la la repetición electoral.

En un agitado mitin en el que el PSOE no pudo evitar que se colaran las protestas de los activistas de la Plataforma Per l'Horta contra la ampliación de la V-21, Sánchez pidió un «último esfuerzo» para salir de la situación de parálisis en la que se ha instalado el Gobierno y «vencer a los que han apostado por el bloqueo».

El candidato socialista dijo sentirse «en deuda» con los 7,5 millones de españoles que votaron al PSOE en las elecciones del 28A. «Sé que no fue posible un gobierno progresista, pero me voy a dejar la piel si nos movilizamos todos y hacemos un esfuerzo más para que la voz de los españoles que pidieron que España avanzara se oiga de forma rotunda», manifestó el presidente.

Sánchez se mojó lo justo en clave valenciana y templó los ánimos alargando los plazos sobre las mejoras de la financiación autonómica. Aunque admitió que la demanda es «un clamor», se comprometió a «poner remedio en los próximos 4 años» a la agonía que pesa sobre las cuentas de la Generalitat.

Para «resolver el sudoku», Sánchez advirtió de que hay que «consensuar los múltiples intereses de las comunidades autónomas» y avanzar hacia «una justicia social» a nivel fiscal que incremente los impuestos a las rentas más altas.

El presidente en funciones fijó el día de las elecciones, el 10N, como fecha tope para «actualizar» las entregas a cuenta de las autonomías, una promesa que el Ejecutivo central ya hizo al Consell a finales de septiembre y que debería haber liberado ya 450 millones en ingresos adeudados por el Estado, en función de los plazos trasladados.

«Aún no se puede cambiar el modelo, pero estoy seguro de que vamos a cambiarlo», había declarado con anterioridad durante su discurso el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, que agradeció «la buena disposición» del Gobierno y recordó «la palabra dada» por la ministra de Hacienda para garantizar la liquidez de la Generalitat.

Puig culpó a «las derechas» de «parar el país y los mejores presupuestos para la Comunitat Valenciana», así como de los ajustes que ha ejecutado el Consell en las cuentas de 2019 tras el bloqueo de los Presupuestos Generales, reiterando la idea de que «no hay recortes en derechos sociales». «Es una mala broma que aquellos que han hecho imposible que tengamos los recursos nos pidan explicaciones ahora», dijo Puig, que instó a «llevar la experiencia valenciana a Madrid» y se mostró «esperanzado» de que dos gobiernos del mismo signo «puedan alinearse definitivamente» para «cabalgar juntos hacia una sociedad lo más avanzada posible». También señaló las elecciones «como las más decisivas» de la democracia.

Reivindicación de España

España fue, junto a «estabilidad», una de las palabras más citadas ayer por los líderes socialistas que intervinieron en el Complejo de la Petxina. Tanto la vicealcaldesa Sandra Gómez, como el secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos, y el propio Puig ahondaron durante sus discursos en el mensaje de «unidad» frente a los «extremismos».

«Los que tienen problemas de llamar España a nuestro país son los que tienen el problema», dijo el jefe del Consell, que reivindicó «la centralidad» del PSOE. No en vano, «Ahora Gobierno, Ahora España» es el lema de campaña de los socialistas.

La intervención de Sánchez también estuvo en buena medida dominada por el conflicto catalán y los reproches a los líderes independentistas por no condenar «cualquier indicio de violencia» y llamar a la rebelión. «La disyuntiva es si dar pasos hacia atrás o abrazar los avances que hay por delante», insistió el presidente en funciones.

Gómez también reivindicó «la vía valenciana» como ejemplo de gobierno progresista apelando «a la responsabilidad», mientras que Ábalos aseguró que «el relato de la derecha ha fracasado» y arengó a los asistentes a que se tomen el 10-N «como algo personal». «Es nuestro voto, nuestra razón y nuestra victoria», proclamó.