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El ADN del paisaje valenciano

Sale a información pública una guía sobre ordenación y gestión de las zonas de interés paisajístico

El ADN del paisaje valenciano

El paisaje envuelve nuestra vida. Es el decorado personal que alimenta los recuerdos de la niñez. Nutre las vivencias de cada día (¿quién no tiene un rincón especial en la naturaleza para pensar?) Incluso hay quien emprende el último viaje desintegrando sus cenizas en su paisaje favorito. Podría decirse que el paisaje forma parte de nuestro ADN personal emocional. Y, por extensión, que el paisaje es el «alma» de los territorios. Aunque la cultura o la política del paisaje ha tardado años en impregnar las políticas públicas de ordenación del territorio. De hecho, el paisaje fue durante años la «maría» del medio ambiente. Una situación que cambió el 17 de septiembre del0 2004, cuando la Generalitat se sumó al Convenio Europeo del Paisaje, cuatro años antes de que lo hiciera el Gobierno central, el 26 de noviembre de 2007. La valenciana también fue la primera autonomía en aprobar una legislación específica sobre protección del paisaje en 2004 (cuando la Conselleria de Territorio estaba bajo la batuta de Rafael Blasco), que después se desarrolló en un reglamento del paisaje (2006) y que se ha mantenido hasta la actual ley de ordenación del territorio, urbanismo y paisaje (Lotup) aprobada en 2014 y reformada en 2019.

Una legislación que ha ido descendiendo a pie de mapa a través de la Estrategia Territorial de la Comunitat Valenciana (ETCV) de 2011 materializada a través de planes de acción territorial (PAT) como el de la Infraestructura Verde, un «esquema de suelo protegido, a preservar», que incluye los «paisajes de relevancia regional» identificados por la Conselleria de Política Territorial, ahora dirigida por Arcadi España. Se trata de «catorce grandes conjuntos paisajísticos y 40 paisajes de relevancia regional, que suponen más de la mitad de la superficie de la Comunitat Valenciana, y en el que están más representadas las comarcas de interior», según explica Inmaculada Orozco Ripoll secretaria autonómica de Política Territorial, Urbanismo y Paisaje, en el documento remitido a los agentes sociales para anunciar un periodo de información pública de tres meses, que finaliza el próximo 31 de octubre, en el que se pueden presentar alegaciones. El documento «Objetivos de calidad e instrucciones técnicas para la ordenación y gestión de los paisajes de relevancia regional de la Comunitat Valenciana» es, en resumen, un documento técnico que establece las líneas maestras de protección para los cuarenta paisajes que conforman el ADN territorial o paisajístico de la Comunitat Valenciana.

Esta guía de «objetivos de calidad» pretende ser un «punto de partida para la próxima redacción y aprobación de una instrucción técnica» con la que «dar a conocer los principales elementos que determinan el carácter de cada uno de los paisajes de relevancia regional», explica en el documento la directora general de Política Territorial y Paisaje, Rosa Pardo.

Se pretende así «facilitar criterios para la ordenación y gestión de sus patrones característicos, de su adecuada percepción y puesta en valor y de su correcta articulación integrando en la infraestructura verde aquellos espacios capaces de conectar ecológica y funcionalmente los lugares más significativos». La guía introduce «objetivos de calidad paisajística» para cada uno de los catorce conjuntos paisajísticos identificados y unas «instrucciones técnicas que deberán observarse para cada uno de los 40 paisajes de relevancia regional» a la hora de aprobar proyectos o planes urbanísticos.

Por ejemplo, para el entorno de Morella, la guía que acaba de publicar Política Territorial sugiere «señalizar y habilitar miradores para la contemplación e interpretación del paisaje desde sus vistas más significativas», «mantener libre de interferencias el entorno del Monasterio de Benifassà» o promocionar y equipar el entorno del embalse de Ulldecona como «nodo para actividades al aire libre». También cita la guía el tratamiento de espacios en las huertas de València, la Vega Baja, la Ribera del Xúquer o la Plana de Castelló. Unos espacios agrícolas para los que propone «potenciar la continuidad física y visual de los terrenos cultivados, preservando los espacios intersticiales de carácter agrario existentes entre los núcleos e impidiendo la conurbación de los mismos». E incluso sugiere «limitar la fragmentación de los espacios de huerta por implantación de nuevas infraestructuras». Una recomendación que llega tarde para la ampliación de la V-21. Pero que deberá tenerse en cuenta para futuras actuaciones planificadas como el acceso norte al puerto o la línea de alta velocidad València-Castelló.

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