La campaña electoral se posó ayer en la Comunitat Valenciana con motivo de la celebración del 9 d'Octubre. La presencia, por un lado, del presidente nacional del PP, Pablo Casado, y de otro, del ministro de Fomento, José Luis Ábalos, convirtió las puertas del Palau de la Generalitat en una suerte de mitin en el que ambos dirigentes desplegaron sus promesas con acento valenciano.

El primero en disparar fue el líder popular al desgranar ante los medios su programa electoral en clave valenciana. Casado mantuvo que si gobierna aprobará un nuevo modelo de financiación y desbloqueará la llegada de las entregas a cuenta a la Comunitat Valenciana. No puso plazos, pero sí insistió en la injusta infrafinanciación que padece la Generalitat.

Casado prometió también apoyar el sector de la automoción, en especial proteger la planta de Ford Almussafes para evitar que se vea perjudicada por los aranceles americanos. Su tercer compromiso fue pelear por los intereses del campo valenciano y, sobre todo, de los cítricos que se encuentran, dijo, en situación límite tras los episodios de sequía y gota fría.

En cuarto lugar, aseguró que si el PP vuelve a la Moncloa cumplirá con los plazos para ejecutar el corredor mediterráneo. Casado, que presumió de valenciano porque su mujer y su hijo son ilicitanos, usó un tono conciliador y evitó críticas al presidente de la Generalitat por su discurso institucional.

Eso sí, quiso rebatir sus denuncias sobre el dumping fiscal de comunidades como Madrid, que han optado por la bajada masiva de impuestos. El jefe de los populares defendió el modelo fiscal de las comunidades gobernadas por el PP porque crean empleo y fomentan el crecimiento y animó a Puig a bajar impuestos para mejorar las cifras en la Comunitat Valenciana.

Con traje de candidato, Pablo Casado acudió al Palau a primera hora de la mañana para seguir el acto institucional. Lo hizo acompañado de los candidatos al Congreso, Belén Hoyo y Vicente Betoret, y por la cúpula regional del PP encabezada por Isabel Bonig.

El líder nacional ocupó un lugar preferente en el salón de Reyes. Presidencia lo situó entre el delegado del Gobierno, Juan Carlos Fulgencio, y el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, y fue una de las primeras autoridades a las que Puig saludó antes de pronunciar su discurso. Se dirigió a él como el «jefe de la oposición».

La visita de Casado es un gesto hacia la dirección regional, que no apoyó al líder nacional en las primarias. Los populares tienen expectativas de crecer al menos dos escaños en la Comunitat Valenciana y Casado no desaprovechó la oportunidad para dejarse ver. De hecho, aunque no estaba previsto, acabó participando en la procesión. Después comió con un grupo de notables del PP, entre ellos, Isabel Bonig. Según algunas fuentes, pese a este acercamiento, Casado habría pedido a Protocolo de la Generalitat que lo situaran cerca de Betoret, número dos en la lista y con despacho en Génova.

También activó el modo electoral el ministro Ábalos. La primera referencia, a preguntas de los periodistas, tuvo que ver con el modelo de financiación autonómica. El dirigente socialista vino a matizar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sobre el plazo que el mismo se puso en un mitin en València la semana pasada para acabar con la financiación. Según dijo, la promesa es arrancar el proceso el primer año del mandato y aseguró que, aunque Sánchez, habló de toda la legislatura, apuntó que no es necesario que esta se agote para cumplir con esta reivindicación.

Ábalos, otro de los invitados estrella al acto institucional del 9 d'Octubre, fue el encargado de hacer campaña por el PSOE. Justificó el retraso en el cambio del modelo de financiación al bloqueo institucional y la ausencia de un Gobierno estable y adquirió, al igual que Casado, compromisos sobre infraestructuras, sobre todo en la ejecución del corredor mediterráneo. Así, anunció que la variante de Vandellós (un tramo en doble vía que sustituye al actual de vía única) entrará en funcionamiento antes de que acabe el año. Ábalos tocó también otros temas calientes que enfrentan a los socios de Gobierno del Botànic, como la ampliación del puerto de València y la controversia en torno a la ampliación de la V21.

«La V21 no es nuestra película»

El socialista insistió en que el Gobierno de España no tiene ningún interés particular en este proyecto y aseguró que el Ejecutivo central solo se ha limitado a seguir las indicaciones del Consell después de asumir una obra iniciada por la Administración popular. «No es nuestra película», dijo. En este asunto, Casado también echó un capote a su partido al criticar la posición de Compromís, que ahora critica el proyecto, cuando en su día lo respaldó en el Congreso de los Diputados.

Abalos sí buscó el cuerpo al cuerpo con el PP, que, en su opinión, ha asumido antes del resultado de las urnas su propia posición de oposición. «Es una oposición con vocación de seguir siendo oposición», dijo. «Me hace mucha gracia que los que han bloqueado hablen ahora de desbloqueo», insistió.

Sobre la V21, Ábalos subrayó que Madrid no impone nada. «Es una actuación que se 'encontró' cuando llegó al Ejecutivo, ya que la puso en marcha el anterior gobierno de Mariano Rajoy (PP), y que la Generalitat entonces lo conocía perfectamente»y decidió sacarlo adelante.

«Me extraña que algo que era apoyado por el Gobierno valenciano se convierta en un problema», añadió. «Madrid no impone nada» e instó a los socios de gobierno del PSPV (Compromís y Unides Podem) a que «se olviden de esa película» en alusión a la petición conjunta para instar a las Corts a pedir la paralización al Ejecutivo. «El Gobierno no ha tenido más interés de garantizar la seguridad», en esta carretera.