Siendo un día de exaltación de la identidad propia, no puede decirse que la «senyera» fuera una segunda piel para los miles de asistentes a la Procesión Cívica. Es probable que la tranquilidad actual sea causa y efecto de la moderada presencia de tricolores a lo largo del recorrido. Por supuesto, había, entre un público venido de cualquier pueblo y especialmente del «cap i casal» (en este tipo de actos muchos asistentes se conocen entre sí y se saludan entre procesión y procesión).

Sin ser una alfombra inabarcable de azules, rojos y amarillos, sí que era un concurso de ideas de cómo llevarlas. Lo clásico es la bandera de tela. Otros, con menos ganas de empuñar, se conformaban con las pequeñitas de plástico. Y si no, en mano. Para tapar con ella las vallas del camino. Pero también había en abanicos, mochilas y hasta como prendedores del pelo. El problema era la elevada temperatura, que ponía más complicado utilizarlas como capa o como pañuelo al cuello. Pero también los había. Entre sudores. El colmo de la originalidad, o lo que sea, fue para la líder de Som Valencians, Saray Rodríguez, que se hizo un chaleco con una senyera. Otros apelaban a las camisetas de los equipos de fútbol capitalinos, que disponen de «senyeras» para un día como este.

Pero a la hora de la verdad, la estrella del estilismo fue María José Catalá y su conjunto de Hugo Boss. «Lo compré la pasada semana y tenía muy claro lo que quería: un pantalón palazzo y una blusa de seda de color azul klein». Porque klein es la tonalidad que casa con la bandera de todos los valencianos. «Quería hacer un guiño a la Real Senyera». Cierto que es mucho más antigua que el artista Yves Klein, padre de esa tonalidad, pero ya sabemos a qué pantone pertenece el «blau senyera».

Y con pantalón. Con su razón de ser. «La jefa de protocolo me lo aconsejó para ir más cómoda. Si llevaba vestido se me podía ir subiendo y como tienes que coger la senyera con las dos manos... no puedes ir bajándote la falda. Te faltan manos». El palazzo permitía también disimular otra recomendación que le dieron: «que no se me ocurriera llevar tacón. Cuando he acabado les he dado las gracias porque he ido cómoda». Ahora falta saber cómo amanece por las agujetas. Durante el ensayo de días atrás se lastimó y podría pagarlo hoy tras el esfuerzo.

No sólo de «senyeras» y kleins vivió la jornada. La delegación gremial más trabajadora fue la del Gremio de Panaderos. «Llevamos en pie desde la una de la madrugada». Apurando las últimas tandas de «mocadorà». «Ha sido un muy buen año. Quizá le ha sobrado un poco de calor. Pero celebrarse entre semana, se ha notado en las ventas para bien». Aunque estén igual de buenos hoy que ayer, los dulces son extraordinariamente estacionales, pero calculan que aún se venderán el fin de semana.

«Mocadorà» que recibieron la fallera mayor y la corte de manos de Joan Ribó y Pere Fuset. Para todas ellas, la «mascletà» fue su particular despedida del balcón. Para cuando lo abandonaron, las comitivas de cada partido se habían disuelto, no sin antes haber vaciado las botellas de agua de cortesía. Pero la alta temperatura sólo fue meteorológica. Mejor así.