El dispositivo puesto en marcha por la Delegación del Gobierno para garantizar el derecho a manifestación de la Comissió 9 d'Octubre, el colectivo que organiza la tradicional marcha vespertina del día de la Comunitat, logró arrinconar ayer a los contramanifestantes. La marcha transcurrió con cierta tensión, sobre todo al inicio, pero sin incidentes destacables.

La Policía Nacional bloqueó la amenaza ultra y evitó el boicot desde primera hora de la tarde. Multitud de agentes impidieron el acceso a los ultras desde las inmediaciones de calle Xàtiva y varias patrullas vigilaban los accesos al metro y a la Estació del Nord.

Los agentes dividieron la vía en dos agrupando a los manifestantes en distintas aceras según sus posicionamientos ideológicos. El objetivo, evitar enfrentamientos entre ellos y que no se volvieran a repetir las agresiones del año 2017.

Pese al nerviosismo evidente en las calles, solo se produjeron insultos entre distintos manifestantes y una carga policial a grupos antifascistas que se saltaron el cordón antes de que empezara la marcha.

Menor crispación

La manifestación nacionalista del 9 d'Octubre se ha convertido ya en uno de los momentos más tensos del año en la ciudad de València. No obstante, el ambiente estuvo menos crispado que otros años y, a lo largo de la tarde, distintos grupos recorrieron las calles del centro de la ciudad con relativa normalidad y blindados por los furgones policiales durante todo el recorrido.

La primera de las marchas autorizadas que partió desde la plaza de San Agustín fue la convocada por la asociación Reino de Valencia LGTB, un colectivo sin actividad ni vinculación a movimientos sociales o activistas LGTBi de la Comunitat en el que se camuflan grupos de la extrema derecha valenciana. Junto a estos manifestantes se dejó ver Pepe Herrero, el cronista fallero imputado por ser uno de los presuntos instigadores de las agresiones de 2017. Cuando este colectivo salió de la plaza de San Agustín, la Policía situó en el centro de la calle a los integrantes de la Comissió 9 d'Octubre, que estuvieron acompañados por Intersindical, Esquerra Republicana del País Valencià, Esquerra Unida o Coordinadora Obrera Sindical (COS), entre otros grupos antifascistas.

En torno a las 18:30 horas, un grupo ultra desplegó desde una azotea de la calle Xàtiva una bandera de España y otra de la Comunitat al compás del himno franquista Cara al Sol. Los vecinos del piso de abajo respondieron colgando pareos desde sus balcones. El delegado del Gobierno en la Comunitat, Juan Carlos Fulgencio, se desplazó hasta el centro de la ciudad para comprobar la eficiencia del dispositivo. Evitó revelar el número de agentes desplegados, aunque confirmó que son menos que en años anteriores. «Se trata de que cada uno pueda expresar su idea de comunidad, país, reino o como cada uno lo defina» dentro de un orden que asegure que la festividad sea «de todos los valencianos y valencianas», razonó Juan Carlos Fulgencio.

Este año no participaron en la manifestación líderes políticos destacados ni miembros del Consell. Sí estaban la diputada de Compromís, Mònica Àlvaro; o el senador Carlos Mulet, que iban junto a la pancarta de Bloc i País, una corriente del Bloc Nacionalista Valencià. Por Unides Podem asistió la diputada autonómica Pilar Lima. Estaba prevista la asistencia de la consellera de Transparencia, Rosa Pérez, pero no pudo acudir por el accidente que sufrió durante la mañana.