La expansión de mosquitos y otros transmisores (vectores) de enfermedades tropicales como el virus del Nilo Occidental, Chikungunya, Leishmaniasis o Dengue son algunos de los riesgos para la salud humana apuntados por biólogos y ambientólogos si no se frena el calentamiento global. Al potencial peligro de infección a través de insectos que hayan picado a una persona enferma, se suman las dolencias asociadadas a la contaminación o bien por la polución del aire, como infecciones respiratorias y cardiovasculares, o bien por un aumento del ozono troposférico (O3) y los óxidos de nitrógeno (NOx), con mayor repercusión entre personas mayores, niños, o por segmentos de la población con acceso limitado a la atención sanitaria o sin aparatos de refrigeración.

Los expertos, además, inciden en que la desigualdad entre regiones se agravará «porque los países del Sur y el este del Mediterráneo son más vulnerables debido a su limitada capacidad socioeconómica para adaptarse a los cambios ambientales». Situación que desembocará en conflictos relacionados con la escasez de recursos naturales y aumento de las migraciones humanas a gran escala.