El calentamiento de la superficie del mar Mediterráneo, estimado ahora en 0,4 º C por década entre 1985 y 2006, podría disparar el aumento del nivel hasta un metro para 2100. Un informe elaborado por más de ochenta científicos, expertos en cambio climático (MedECC), incide en la vulnerabilidad de una zona abocada a la escasez hídrica, las inundaciones o la salinización.

Son solo algunas de las principales consecuencias si no se aborda ya la emergencia climática con políticas eficaces desde las administraciones públicas. Plagas de medusas o de mosquito tigre son otras derivadas que señalan los investigadores y hacen hincapié en que la cuenca mediterránea se ha calentado 1,5 ºC desde la época preindustrial, un 20 % más rápido que la media mundial.

El documento, impulsado por la Unión por el Mediterráneo y al que ha tenido acceso Levante-EMV, fue presentado ayer en Barcelona con carácter provisional. Las conclusiones finales se presentarán en 2020 en una reunión de los ministros de medioambiente de los 28 estados miembros de la UE, y los 15 países socios mediterráneos del norte de África, Oriente Medio, y sudeste de Europa.

Pese a ello, este adelanto no deja lugar a la duda: «Sin medidas de restricción adicionales, la temperatura regional aumentará 2,2 ºC para 2040, superando posiblemente los 3,8 ºC en algunas de las subregiones para 2100». Los mares Jónico, Egeo y Mediterráneo registrarán el aumento máximo de temperatura.

Entre los principales riesgos de no adoptarse estrategias de mitigación con carácter de urgencia está la reducción de los recursos hídricos, donde incluso se apunta a una disminución «de un 15 % de las reservas de agua dulce en las próximas décadas, con graves limitaciones para la agricultura y para el uso humano». Todo ello en una zona que ya sufre en la actualidad estrés hídrico como es el caso del sur de Alicante y Murcia.

Salinización y acidificación

La productividad agrícola, con un notable peso en la economía valenciana, se verá doblemente perjudicada. La pérdida de tierras vendrá por las inundaciones pero también por la salinización de las aguas subterráneas debido a la intrusión del mar. Remarcan, además, que la acidificación del agua marina y el aumento de la temperatura ya han causado una pérdida del 41 % de los principales depredadores, incluidos los mamíferos marinos.

En cuanto a la entrada de agua salada a los niveles freáticos tendrá repercusión directa en humedales costeros «delicadamente equilibrados» como es el caso de l'Albufera. De hecho, las colonias de flamencos, cada vez más frecuentes en el Parc Natural, son un claro indicador.

Especial virulencia tendrán en la Comunitat las olas de calor, que serán más duraderas y significativas. De hecho, los expertos apuntan que «el mes de verano más frío del futuro será más cálido que el más caluroso de la actualidad, lo que provocará períodos prolongados de calor extremadamente intenso y perjudicial». Las sequías, vaticinan, se harán más frecuentes en toda la cuenca mediterránea, «causando impactos significativos en muchos de sus ecosistemas».

Más medusas y más peces león

La modificación de los ecosistemas en un punto del planeta especialmente importante por su rica biodiversidad como es el Mediterráneo es uno de los capítulos en los que inciden los científicos, quienes insisten en que a pesar de los numerosos estudios «no ha existido hasta ahora una síntesis coherente a nivel regional» como la hecha pública ahora.

El secretario general de la UpM, Nasser Kamel, calificaba ayer de «innegables calamidades» los resultados de la investigación, pidiendo a las Administraciones algo más que voluntad, planes de adaptación, políticas para el desarrollo rural o la salud, además de la implicación de los sectores privados para ayudar a movilizar recursos.

Las plagas de medusas serán una constante en las playas, algo que se achaca directamente al aumento de la temperatura del mar. «Se encuentran en cantidades poco comunes y perturban otros ecosistemas bien equilibrados», relatan, para acto seguido hablar directamente de «la invasión del mosquito tigre, que se verá incrementada por los cambios en el medioambiente».

Depredadores exóticos como el pez león (Pterois antennata) procedentes del océano Índico tropical y el Pacífico occidental también acabarán imponiéndose, y que ya se ha detectado en Grecia y Chipre. Además de arrasar con las especies autóctonas, supone un enorme peligro para el ser humano por su picadura tóxica.