Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y mejorar la nutrición en el mundo es una de las metas más importantes que se han marcado las Naciones Unidas en su Agenda 2030. Bajo el título de «Hambre Cero», el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU pretende terminar con la situación de desnutrición que, todavía hoy en día, sufren más de 800 millones de personas en todo el mundo.

En la actualidad, 1 de cada 9 personas en el mundo padece hambre (sobre todo, en los países en vías de desarrollo). Las cifras más alarmantes están en Asia, que concentra dos tercios del total (529 millones de personas) y ha visto cómo en su parte occidental han incrementado estas cifras. África cuenta con 232,5 millones de personas hambrientas. América Latina y el Caribe suman 34,3 millones más. Y Estados Unidos, Europa y Oceanía agrupan los otros 16,1 millones de personas desnutridas.

La desnutrición también afecta a los niños y las niñas, ya que es la causa de casi la mitad de las muertes de los menores de cinco años (45%). Además, 66 millones de niños y niñas en edad primaria van a clase con hambre (23 millones de ellos, en África).

El hambre extrema y la malnutrición son un obstáculo para el desarrollo sostenible y una trampa de la que es muy difícil escapar. Para ello, todos los Estados deben empezar a trabajar conjuntamente. Naciones Unidas estima que se deberá incrementar la inversión anual en 267.000 millones de dólares para poner fin a esta situación. Esta inversión se debería centrar en zonas rurales y urbanas, además de la protección social.

En caso de no solucionar este grave problema a corto plazo, se estima que la cifra de personas que padecen hambre en el mundo pueda incrementarse hasta los 2.000 millones en 2050.

Necesidad de realizar cambios

Cualquier persona desea poder proporcionar alimentos suficientes, seguros y nutritivos a sus familias. Un mundo con «hambre cero» asegura un futuro mejor para todos, ya que repercute de forma positiva en la economía, la salud, la educación, la igualdad y el desarrollo social.

Además, las personas que padecen hambre son menos productivas y más propensas a padecer enfermedades, lo que les impide aumentar sus ingresos o mejorar sus medios de vida. Así pues, asegurar un acceso mundial e igualitario a los alimentos es vital para que se pueda cumplir el resto de metas que se han marcado las Naciones Unidas en su Agenda 2030.

A pesar de lo que pueda parecer, la Tierra ofrece recursos suficientes para proporcionar los alimentos necesarios para todo el mundo. De esta forma, la actual situación de hambruna en muchos territorios se debe, principalmente, a las malas prácticas de recolección, desperdicio de alimentos y guerras. Por lo tanto, es necesario realizar profundos cambios en el sistema agroalimentario mundial.

En este punto, Naciones Unidas propone una serie de medidas, a nivel individual, para combatir este problema: realizar cambios en la vida cotidiana, apoyar a la agricultura y los mercados locales, tomar decisiones sostenibles, apoyar a la buena nutrición y a la lucha contra el desperdicio de alimentos, y utilizar el poder como consumidores y votantes para exigir mayores acciones a los gobiernos y las empresas.

Importancia del sector agrícola

El sector alimentario y agrícola ofrecen soluciones clave para el desarrollo. De hecho, la agricultura es el sector más empleador del mundo y la mayor fuente de ingresos y empleos para hogares rurales pobres.

La agricultura, la silvicultura y la acuicultura, bien gestionadas, suministran comida nutritiva para todo el mundo y medios de vida para el 40 % de la población. La mala gestión de los recursos que nos ofrece el planeta ha llevado a cabo, durante las últimas décadas, a la degradación de los suelos, bosques y océanos, además de la desaparición del 75 % de la diversidad de cultivos desde 1900.

Además, el cambio climático también tiene fuertes repercusiones sobre el acceso mundial a los alimentos, ya que las sequías e inundaciones afectan directamente a las personas que viven en los territorios más castigados. Debido a ello, las Naciones Unidas apuestan por promover un modelo de agricultura sostenible y un aumento de las inversiones en agricultura para aumentar la capacidad productiva agrícola.

La ONU destaca que 500 millones de pequeñas granjas proporcionan el 80% de los alimentos en partes del mundo en desarrollo. Invertir en pequeños agricultores hombres y mujeres es una forma importante de aumentar la seguridad alimentaria y la nutrición para los más pobres Una buena gestión y diversificación de los bancos de semillas y plantas, a nivel nacional, internacional y regional, ayudará a mantener la diversidad genética de las semillas, las plantas cultivadas y los animales de granja. Por último, un mejor uso de la biodiversidad contribuye a dietas más nutritivas.