«Las sociedades que no son diversas pierden el tren de la modernidad». Así de categóricos se mostraban ayer Gemma Pinyol-Jiménez, directora de políticas migratorias y diversidad en Intrategies, experta del Consejo de Europa en el proyecto Intercultural Cities y coordinadora de la RECI-Red de Ciudades Interculturales, y Héctor Cebolla, profesor doctor de Sociología en la UNED. Lo hacían en en el foro de la Fundació Ernest Lluch y el Ivie, en colaboración con la Fundación Bancaja, donde reflexionaron sobre la gestión de la diversidad en España y Europa.

Pinyol-Jiménez y Cebolla abordaban la cuestión en el tercer diálogo incluido en el ciclo En busca de la prosperidad: los desafíos de las migraciones. Ambos expertos coincidían en señalar que la diversidad «no es un problema» y que el reto en todo caso es «cómo naturalizarla», citando como ejemplos de diversidad a países como Luxemburgo o ciudades como Palo Alto, en California.

La gestión de los flujos migratorios mundiales y sus impactos en Europa, la convivencia en sociedades complejas, especialmente en el campo de la educación, el peligro de los extremismos o los costes del racismo y la xenofobia fueron algunos de los temas que abordaron ayer con el referente de colocar el foco sobre la igualdad de derechos y oportunidades, apostando por políticas operativas desde las administraciones, sin dejar de lado el papel que pueden desempeñar las organizaciones de la sociedad civil.

Instrumentos para gobernarla

«La diversidad existe y la gente convive con ella, no sin dificultades y temores, en sociedades complejas que requieren mejores instrumentos para gobernarla. El diálogo ha permitido contemplar diferentes aproximaciones a la gestión de la diversidad, con pros y contras, miedos y buenismos, y entender la lógica que hay detrás de cada una de ellas», razonaban casi al unísono, antes del diálogo en la sede de la Fundación Bancaja. Y volvían a coincidir en la necesidad de ver la diversidad como una oportunidad.

«Las sociedades van a ser diversas nos guste o no y a esta realidad hay que sacarle el máximo provecho posible desde un compromiso», es la máxima de Pinyol-Jiménez. «Normalizar esta diversidad, que no es un problema, y saber gestionarla es salud democrática para luchar contra el odio y las desigualdades», manifestaban tanto Pinyol-Jiménez y Cebolla.