Los médicos tienen fecha de caducidad. Mientras que en la universidad, los profesores pueden pasar a su estatus de emérito y seguir presentes en el ámbito académico, los facultativos que están al pie del cañón en el nivel asistencial pasan «a la reserva» de forma obligatoria a los 70 años, cinco años antes si no han recibido autorización expresa para alargar este periodo. La jubilación es así forzosa e impide a los médicos seguir viendo pacientes o investigar al menos en el ámbito público. La Conselleria de Sanidad ha hecho, sin embargo, una excepción con la oncóloga e investigadora especialista en cáncer de mama, Anna Lluch, que cumplió los 70 años en septiembre, permitiéndole quedarse en el Hospital Clínico como una forma de agradecer sus logros en el área del cáncer de mama.

Anna Lluch ocupaba hasta su jubilación forzosa cumplidos los 70 el puesto de jefa del Servicio de Hematología y Oncología Médica del Hospital Clínico de València. El cargo lo ha tenido que abandonar (al frente se queda Andrés Cervantes, que ya dirigía el servicio de Oncología Médica), pero la conselleria le permite continuar viendo pacientes y participando en proyectos de investigación aunque en calidad de asesora y de forma totalmente altruista.

Mantener la experiencia

Es la manera de la administración de mostrarle a la oncóloga su agradecimiento por los años de logros y también una forma de conservar su experiencia y alta cualificación en beneficio de la sanidad valenciana. De hecho, esta pérdida de experiencia es algo que los profesionales contrarios a la jubilación forzosa han venido criticando duramente sobre todo en los últimos años cuando la marcha era obligatoria, salvo muy contados casos, a los 65 años.

Actualmente y tras la puesta en marcha del último Plan de Ordenación de Recursos Humanos (PORH), los profesionales pueden alargar su actividad hasta los 67 si se cumplen determinados requisitos y extenderla hasta los 70 años «con el fin de satisfacer intereses o necesidades de organización», sobre todo en especialidades donde hay falta de especialista.

Con ganas de seguir

La propia Anna Lluch había dicho ante la proximidad de su 70 cumpleaños que no tenía ganas de jubilarse. Tras recibir la condición de catedrática emérita en la UV y esta «licencia» de la consellera Anna Barceló, su intención es mantenerse activa todo lo que pueda en las tres patas en las que ha basado su actividad profesional: la académica, la investigadora y la asistencial, visitando pacientes de cáncer de mama en el Hospital Clínico.

No es la primera vez que la Conselleria de Sanidad decide hacer una excepción a la jubilación forzosa tras valorar los méritos del especialista que cumplía los 70. Ya lo hizo hace unos años con el cirujano José Mir, primer profesional que hizo un trasplante de hígado en la Comunitat Valenciana y responsable de esta unidad en La Fe durante años. En su caso, llegados los 70, Sanidad le permitió continuar como investigador emérito vinculado al Instituto de Investigación La Fe.