«La educación ambiental debería estar integrada de manera troncal y transversal en todas las asignaturas». Lo dice Anna Pons, directora del Centre d'Educació Ambiental de la Comunitat Valenciana (Ceacv), quien incide en la falta de coherencia del actual modelo educativo, ya que «estamos enseñando en las aulas cosas que sabemos que no van a poder continuar haciéndose así». Pons se refiere por ejemplo a los estudios de mecánica. «Los combustibles fósiles tienen una vida que se está terminando ya, eso significa que en unos años los coches que veremos pasar por la calle no funcionarán con gasolina o gasoil», razona.

No obstante, asume Pons que con educación no se consigue que la gente cambie lo suficiente. «Ha de ir acompañado de normas, disciplinas y medidas que protejan determinadas zonas. A veces la gente necesitamos que nos pongan límites para no hacerlo, hasta que ya estamos concienciados», manifiesta. Las restricciones al tráfico en las ciudades, el pago de ecotasas por el consumo de determinados alimentos o acciones, la imposición de un número límite de vuelos anuales por persona... Un listado de prohibiciones difícilmente aceptable por la sociedad. Pero si la ciudadanía no abusara de los recursos que tiene a su alcance y tuviera una verdadera relación con la sostenibilidad, es decir, si existiera una educación instaurada en todos los ámbitos que construyen la humanidad, ¿sería necesario negar fumar dentro de un local para que no se hiciese?

Por ello, es importante desarrollar instrumentos de análisis y acción destinados a la comprensión de los daños causados y aprender cómo reducir los impactos de las acciones llevadas a cabo durante el paso de uno mismo por la Tierra. La falta de conciencia acerca de los problemas ambientales pone en peligro al planeta y, para que la persona se siente perjudicada, también a la humanidad. La educación ambiental no es solo tener cuatro cubos de basura en casa. «Esto va desde el ámbito más personal, donde actúas en el hogar o en el trabajo, hasta cuando depositas el voto en la urna decidiendo quién quieres que gobierne», argumenta Pons.

«A la gente le preguntas y dice que se declara consciente del problema, pero a la hora de la verdad, cuando preguntas qué es lo que está haciendo para que no repercutan sus acciones, se quedan con el reciclaje en casa», señala Pons. «¿Te has planteado alguna vez cuando vas a comprarte un coche si eliges uno más eficiente o menos contaminante? En vez de centrarnos en reciclar, hay que reducir primero. El reciclar tiene un coste energético, supone una producción de aguas residuales, que después se han de tratar y ese proceso consume energía», aclara Pons.

Economía circular

La economía circular tiene un peso destacado dentro del concepto, ya que «pretende que todos aquellos recursos que se hayan podido necesitar en un proceso de producción, vuelvan a recircular. Estar constantemente extrayendo materia de la tierra y luego generar residuos que vayan al vertedero, hace que los recursos del planeta se agoten de manera veloz. Pero si ese residuo que te ha quedado lo vuelvas a integrar en el mismo ciclo productivo, no se generan desechos y no se extrae más material», argumenta la directora de CEACV.

Una persona con un estilo de vida más respetuoso con el medioambiente no es sinónimo de perfección, según Pons. «Si has cogido un vuelo tampoco vas a tener que pasar por el purgatorio, pero lo has de tener en cuenta. Si antes hacías cuatro vuelos al año, a lo mejor ahora te lo pienses más y haces dos, eso quien tenga la posibilidad de volar tantas veces al año. Pero si una persona puede hacer un viaje en su vida, tampoco vas a decirle que no lo haga. Las cosas siempre son muy relativas. Como quién no recicla porque dice que no le caben los cubos, ¿cómo no te van a caber?. Es poner de tu parte», apunta Pons. En esta línea, aclara que el foco se ha de centrar en «saber cuál es la cuota de responsabilidad de uno mismo y, en la medida de lo posible, tratar de actuar para reducirla al máximo posible».

Un impulso decidido

Uno de los problemas al que se enfrenta el término «educación ambiental» es el enfoque que se le dio en el pasado. «Cuando se empezó a trabajar en esto, se relacionó mucho con temas de naturaleza, antes se crearon muchos equipamientos de educación ambiental como granjas escuela, albergues...», desgrana. Esto derivó en que la población durante estos años pensara que solo estaba relacionado con la naturaleza y en transmitir conocimientos de ese ámbito. «Pero educación ambiental es eso y mucho más», defiende Anna Pons. A día de hoy, esta materia se encuentra «en marcha», aunque necesita apoyo e impulso.

Además, la directora del centro resalta que otro de los inconvenientes a los que se enfrenta el educador ambiental es que «en este trabajo hay mucha voluntad y pasión y, a veces, cuando juntas esas dos características, desgraciadamente, hace que el papel que desempeña se valore poco». Así, explica que la labor que realizan «es muy compleja, ya que se necesita estar constantemente actualizando información al respecto».