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CAR de Mislata

El refugio tras una infancia en guerra

El Centro de Acogida a Refugiados (CAR) de Mislata ha acogido a 860 menores desde 1991 - El 79% de los niños y niñas procede de zonas en guerra

El refugio tras una infancia en guerra

Los derechos humanos comienzan con los derechos de la infancia. Y es que si hay algo que tienen en común todos los niños del mundo, sin excepción, son sus derechos. Independientemente de su lugar de nacimiento, de su sexo, de su color de piel o de su condición económica. Y sin embargo, son miles de menores los que ven vulnerada su protección a diario. Matrimonio infantil, trata de menores, explotación laboral, maltrato, malnutrición, analfabetismo, mortalidad... La lista es tremenda. Por ello, en el año de la conmemoración del 60 aniversario de la Declaración de los Derechos de los niños y las niñas, la infancia se encuentran entre el colectivo más vulnerable del mundo. Y en un contexto de migración, su vulnerabilidad crece de forma exponencial. Abandonan sus hogares y renuncian también a sus escuelas, sus hospitales, sus amigos, sus familias y sus comunidades. ¿Y por qué emigran? Principalmente (y en un porcentaje que ronda el 80%) huyen de la guerra o de conflictos armados. Son los niños y niñas de la guerra. Niños y niñas que han visto y vivido demasiada violencia.

Este reportaje aborda el perfil de los menores que, por un tiempo, residen en el Centro de Ayuda al refugiados (CAR) de Mislata, al ser solicitantes de asilo. Los datos se extraen del libro «Libres y protegidos» que ha elaborado el propio CAR -con ilustraciones realizadas por los alumnos de cinco colegios de Mislata- para difundir los derechos de la infancia y el perfil de unos niños y niñas que por circunstancias injustas se han visto obligados a huir de sus países por causas que no comprenden. Las secuelas condicionarán el resto de sus vidas a pesar de «normalizar situaciones inhumanas y violentas que para ellos han llegado a ser cotidianas». Y es que, al fin y al cabo, los menores son precisamente eso: niños y niñas. Iguales y únicos.

El CAR de Mislata abrió sus puertas en 1991. Desde entonces y hasta 2018, un total de 860 menores han residido en este centro llegados de 51 países y cuatro continentes. Desde el equipo técnico del CAR que trabaja con los menores y sus familias explican cómo los niños y las niñas del centro le dan «otra perpectiva» al trabajo en las instalaciones. «Los niños y las niñas que residen o han residido en el CAR no se sienten especiales, ni diferentes. Porque no lo son. Son iguales que cualquier otro menor que haya nacido en cualquier otro país. Por eso, juegan, se relacionan, dibujan, bailan, cantan... Enseguida se relacionan los unos con los otros, sin importar el idioma ni cualquier otro aspecto. De hecho, valoran mucho sus nuevas amistades y viven estas relaciones con intensidad», explican.

Sin embargo, han vivido situaciones inimaginables para cualquier otro niño o niña. «Echan de menos a los familiares y amigos que han dejado en lugar de procedencia porque en ocasiones se trata de hermanos o incluso del padre o la madre. Sienten nostalgia y es normal. Algunas veces en el proceso de adaptación salen a la luz problemas en la alimentación o problemas del sueño... pero nunca podemos saber si ya estaba el problema o si se ha generado. Pero eso no importa. Importa trabajar con ellos y ellas en todos los ámbitos de su vida, incluida la parte familiar, psicosocial y emocional».

Los menores son esponjas, aprenden rápido y se adaptan con faciliadad. Y los del CAR no son una excepción. «Aprenden el idioma con rapidez y establecen su propio lenguaje. Van al mismo colegio (Santa Cruz de Mislata) y realizan actividades de refuerzo escolar. Además, tenemos un programa para que realicen actividades con las familias. Intentamos generar espacios de convivencia y si presentan trastornos más graves se tratan de forma específica», apuntan desde el equipo técnico.

El perfil de los menores acogidos

Los países de los niños y niñas más representados en el CAR desde 1991 (y hasta 2018) son Colombia (156 menores), Irak (87) y Ucrania (70). El CAR es la primera puerta, el primer centro de acogida y allí los menores han tenido una estancia media de 312 días, es decir, más o menos la duración de un curso escolar. Luego, el menor y su familia pasan a una segunda fase del sistema de asilo.

La media de edad de estos críos que han solicitado asilo y protección intrnacional junto a algún familiar -este reportaje no aborda la dramática y específica situación que sufren los Menos No Acompañados (MENA)- se sitúa en los 7,4 años. Así, el 43,1% de los menores que han entrado en el CAR tenían menos de 5 años, el 32,3% entre 6 y 11 años y el 24,5% entre 12 y 17 años.

El informe detalla que el 79% de los niños y niñas que han pasado por el CAR procedían (y proceden) de zonas con guerra o conflictos armados. Así, conforme se suceden las guerras, huyen las familias. El informe del CAR analiza la procedencia de los menores por quinquenios de las zonas más representativas para ubicar los conflictos que han motivado la solictud del asilo. Además, el libro señala ciertos años o periodos donde hubo más entradas en cifras que califican de «hitos numéricos».

«El primero es el período entre 1991 y 1993 de origen mayoritariamente iraquí, motivado por la Guerra del Golfo. El segundo hito numérico destacable se produce en 2007 con la entrada de menores procedentes de Colombia,m huyendo del conflicto aramnadpo entre el ejérvcito y la guerrilla, en un flujo que se inicia en 1998 y que hasta 2018 ha sumado 156 menores, convirtiéndose en el principal país de origen en el cómputo. En el año 2011 el principal origen de entrada fue Pañlestina, con 50 menores. Por último destacan los años 2015 y 2018 donde se produce una importante afluencia de menores de procedencia siria, ucraniana y venezolana que sumaron el 70% de los 190 ingresos del período, motivados por el Euromaidán en Ucrania, la guerra civil de Siria (dentro de Europa se ha bautizado como la crisis de los refugiados) y más recientemente la situación de venezuela», concluye el informe. Vidas sesgadas en sus países de origen que ahora buscan un futuro.

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