Durante los últimos meses hemos sido testigos de la gran catástrofe que han padecido las grandes selvas del Amazonas. Este útimo verano miles de hectáreas han ardido en uno de los mayores ecosistemas naturales del planeta. Su importancia y valor natural no solo radica en la gran cantidad de vida animal y vegetal que lo forma sino, como todos sabemos, por la importancia en la emisión de oxígeno a la atmósfera de la Tierra. Pero el Amazonas no es la principal fuente de oxígeno gracias a la cua subsiste la vida. Este gran hnor corresponde a unos curiosos y desconocidos habitantes de los oceános: el fitoplancton. Un conjunto de seres unicelulares que habita en los mares hasta los 200 metros de profundidad y que es responsible de la emisión de entre un cincuenta y un ochenta y cinco por ciento del oxígeno que respiramos. Este hecho no significa que los bosques no posean importancia en la emisión de este necesario y vital gas, pues también contribuyen a la emisión del mismo. Ambos ecosistemas poseen tanta riqueza natural y biológica que debemos hacer un gran hincapié en en cuidarlos. Y parece que, por suerte, hemos comenzado a adquirir una conciencia colectiva en objetivo de preservar mares, o bosques y selvas. Es imperativo hacerlo, tanto por el relevante papel que tienen garantizando la subsistencia de las especies como por el patrimonio natural que habita en ellos. No olvidemos que la Tierra, vista desde el espacio, es en su gran mayoría azul y verde, por lo que es nuestro deber seguir trabajando para que así sea.