Tras planear cuidadosamente el asesinato de su exmujer, quien le había comunicado su intención de divorciarse, y provisto de una navaja, un spray, bridas y cinta americana -todo ello para poder inmovilizarla y posteriormente deshacerse del cadáver- el acusado se citó con su víctima en la estación de tren de Sagunt. Con lo que no contaba es que su esposa durante 47 años y madre de sus dos hijos acudiría acompañada de uno de ellos. Su presencia evitó un nuevo crimen machista en junio de 2018.

El acusado, de 63 años y nacionalidad española, reconoció ayer en el juicio, celebrado en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de València, que arremetió contra su exmujer con la citada arma blanca, «llegando a asestarle varias puñaladas fallidas dirigidas hacia el estómago y los costados». Tras su confesión aceptó una pena de seis años y tres meses de prisión por los delitos de homicidio en grado de tentativa (5 años), maltrato en el ámbito familiar (9 meses) y amenazas (6 meses).

El Ministerio Fiscal solicitaba inicialmente una pena de trece años de cárcel por los mismos delitos, aunque finalmente tras el reconocimiento de hechos y la circunstancia atenuante de reparación del daño, al haber abonado los 9.000 euros de la responsabilidad civil, se le ha reducido a prácticamente la mitad.

Los hechos ocurrieron el 27 de junio de 2018 cuando el matrimonio ya vivían separados. Fruto de una agresión anterior, cometida en el mes de febrero en el domicilio familiar de Gilet -delito que también se le imputa- la mujer se había marchado a Asturias a vivir con uno de sus hijos y acudió a la cita en la estación de Sagunt engañada por su exmarido. La intención de quedar ese día con su ex no era precisamente hablar sobre el divorcio, como así le hizo creer a su víctima, sino acabar con ella.

Un plan para trasladar el cuerpo

Según el relato del fiscal, cuyo contenido ha reconocido el propio acusado, éste «había urdido cuidadosamente un plan con el objeto de poner fin a su vida y poder trasladar su cuerpo». Para ello portaba una navaja de diez centímetros de hoja, bridas de plástico, un spray de defensa personal de gas-pimienta, seis botellas de agua, cinta americana y una libreta con anotaciones.

Sin embargo, al ver que su víctima no iba sola y llegó acompañada de uno de los hijos de la pareja, el acusado cambió sus planes y le dijo que le acompañar al coche porque tenía algo para ella. Así, en un callejón cerca de las vías del tren y poco transitado, sacó la navaja e intentó matarla, llegando a caer ésta al suelo. Su hijo, que vio lo que estaba ocurriendo, salió en defensa de su madre y logró reducir a su padre antes de que pudiera consumar el crimen.