La deuda es la conselleria libre de resfriados económicos, incertidumbres en el Gobierno de Madrid y batallas arancelarias. El conseller Vicent Soler enumeró ayer estas circunstancias para argumentar el crecimiento «prudente» del gasto de la Generalitat para 2020. Pero los créditos adquiridos en el pasado (también con el Estado a través del Fondo de Liquidez Autonómica, FLA) obligan y el servicio de la deuda es el departamento que en términos absolutos más crece: 625,2 millones de euros (casi un 11 %) hasta situarse en 6.411 millones.

La consecuencia de este incremento es que, al ritmo actual, el dinero destinado al pago de intereses y amortización de préstamos será el año próximo la primera conselleria de la Generalitat, por encima de Sanidad, cuyo monto total (6.765 millones) ya roza.

La situación en términos relativos es esta: Sanidad representa el 29,4 % del presupuesto de la Generalitat para 2020, mientras la deuda supone ya el 27,8 %. En las cuentas del año en curso, el coste sanitario significa el 30,3 % y el de los préstamos es el 26,2 %. La brecha se va juntando. El siguiente departamento en función de su peso en el global de las cuentas es Educación, que se queda en un lejano 19,2 %.

La deuda se come ya más de uno de cada cuatro euros que maneja el Consell. O sea, las obligaciones financieras multiplican por cuatro el dinero destinado a Vicepresidencia y Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas, un departamento especialmente cuidado año tras año en el Botànic (1.619 millones).

El área de Mónica Oltra se mantiene como la que más crece después de la deuda junto a Educación: 87,3 millones (un 5,7 %), Igualdad, y 91 millones (un 2,1 %), la de Vicent Marzà, también de Compromís, departamento con mucho más personal. La vicepresidencia segunda de Rubén Martínez Dalmau, con competencias de Vivienda, aumenta más en porcentaje (13,5 %), pero no en dinero (22,3 millones). Tampoco el leve incremento de Sanidad alcanza al del área de Oltra. La situación de deterioro de la que partía el Botànic en este campo en 2015 justifica las inyecciones anuales, en las que también tiene importancia el peso de la líder de Compromís en el ejecutivo.

Las cuentas de 2020 son también las que llegan después de un enfrentamiento más evidente entre los dos principales socios. Nunca el Botànic había elaborado unos presupuestos con tanta precipitación (inicialmente prosperó la idea de prorrogar los de 2019) y sin información al detalle de las aportaciones del Gobierno central.

Todo ello, más las presiones habituales de Oltra para forzar más crédito para su departamento y los otros que implican gasto social llevó a una negociación prolongada durante la madrugada de ayer y que tuvo como colofón una última exigencia que descolocó a los socialistas: la devolución de fondos del Ivace (Economía, conselleria de Compromís) que se iban a la nueva Conselleria de Innovación. El ejecutivo se encontró ante la disyuntiva de romper unas cuentas (de 16.970,4 millones) por 50 millones y poner al borde del fracaso el gobierno de izquierdas seis meses después de elecciones. ¿Alguien duda de cómo acabó todo?