El meteórico ascenso de Vox preocupa en el PPCV y buena prueba de ello es que la formación de ultraderecha estuvo ayer muy presente en la intervención ofrecida por la presidenta del partido, Isabel Bonig, en la primera junta directiva reunida para analizar el resultado de las últimas elecciones generales. La dirigente popular esbozó las líneas maestras de un ligero cambio de estrategia que apuesta por acentuar las diferencias con la formación de Santiago Abascal, con la que el PPCV se esfuerza ahora por marcar distancias. El objetivo es claro: ocupar el espacio dejado por Ciudadanos (Cs) e intentar atar a sus votantes desencantados tras el descalabro sufrido por el partido naranja en las urnas.

Consciente de ello, Bonig agitó ayer la bandera del centro como parte de la identidad del PP y, después de mostrarse razonablemente contenta con el desenlace de los comicios del pasado domingo, defendió la necesidad de mantener la misma línea de oposición que ha estado desplegando la formación hasta ahora. La presidenta del PPCV aseguró que, a diferencia de Vox, los populares cuentan con un proyecto sólido y serio, con experiencia de gobierno y con un discurso más amplio, dijo, tras reducir a unas pocas ideas el aparato ideológico del partido de ultraderecha. Para Bonig, el elemento diferenciador del PPCV es un programa de gobierno trabajado que hace hincapié en la libertad educativa, en la economía, en la necesidad de bajar impuestos o en la cuestión de la lengua, entre otros aspectos.

La duda de los congresos

La preocupación sobre la necesidad de nombrar cuanto antes una estructura sólida en la provincia de València guió varias de las intervenciones de los cargos y militantes del partido asistentes a la junta de ayer. El proceso de elección lleva mucho tiempo aplazándose por la acumulación de citas electorales y el PP provincial está en manos de una gestora. Bonig se mostró partidaria de celebrar el congreso en el menor plazo de tiempo posible, pero condicionó su celebración a la autorización previa de Génova. Representantes comarcales señalaron que la falta de un aparato orgánico estable en la provincia ha podido afectar a los resultados electorales.

Preguntada antes de la cita por los periodistas sobre el congreso regional -que Génova sopesa adelantar-, Bonig defendió que «lo prudente y sensato» es esperar a que haya Gobierno en España, si bien se mostró partidaria de mantenerlo «en la época prevista», de forma «consensuada con la dirección nacional».

En la reunión estuvieron presentes los ocho diputados nacionales y seis senadores electos del PP el 10N. La presidenta del PPCV trasladó a los representantes en Madrid la necesidad de que exista una conexión fluida entre la oposición que practican los populares en las Corts y la que previsiblemente tendrán que desempeñar los cargos electos en el Congreso y el Senado en caso de que el acuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos fructifique en un Gobierno. Para Bonig, es importante que los asuntos en los que inciden los populares y que son objeto de controversia en la Comunitat Valencian puedan ser extrapolables a la capital del Estado, teniendo en cuenta la experiencia que tiene el PPCV con el Botànic. En ese sentido, hizo hincapié en cuestiones como la libertad educativa o la línea liberal en materia de impuestos. Bonig criticó a la ministra de Educación en funciones, Isabel Celaá por negar que escoger una enseñanza religiosa sea un derecho constitucional. «La C. Valenciana ha sido el laboratorio de experimentos de las políticas de izquierda, y si nadie lo soluciona se aplicará en España», incidió.

Otra intervención en el turno de los asistentes a la cumbre popular cuestionó la actitud que puede tomar el partido a la hora de integrar en sus filas a excargos que abandonen Ciudadanos tras la catástrofe del 10N. La dirección regional dejó claro que lo prioritario es centrarse en captar a los votantes.