El nivel del Mediterráneo sufrirá un incremento que puede llegar hasta los 80 centímetros a final de siglo. Algo que nadie discute ya y que obliga al Ministerio de Transición Ecológica a pisar el acelerador con las estrategias que tiene previstas para la protección del litoral y contra la erosión en las costas del sur de Castelló y de València. La planificación, ya redactada en 2015, se implementará ahora para abordar de forma urgente la emergencia climática. Así lo destacaba ayer la propia ministra en funciones Teresa Ribera, en la presentación de un contundente informe de la Fundación Instituto de Hidráulica Ambiental de Cantabria dirigido por el catedrático Íñigo Losada.
El estudio recoge las estimaciones regionales del efecto del cambio climático en España con las proyecciones de variables tales como el oleaje, la marea meteorológica, el nivel del mar y la temperatura superficial como consecuencia del calentamiento global tanto a medio como a largo plazo. Estas últimas investigaciones colocan la lupa sobre los impactos asociados al cambio climático que tendrán especial incidencia en un territorio, el valenciano, muy vulnerable según revelan científicos y ambientólogos. El objetivo no es otro que hacer una buena planificación de actuaciones y un uso eficiente de los recursos disponibles.
Los datos presentados ayer por la propia ministra sirven para reducir la incertidumbre en relación con las variables analizadas, lo que permitirá mejorar la gestión del litoral bajo los criterios establecidos en la Estrategia de adaptación al Cambio Climático de la costa española, elaborada en la época del Partido Popular al frente del entonces ministerio de Agricultura y Medio Ambiente.
En aquel momento también se determinaron los cuatro tramos costeros con mayores problemas erosivos: Barcelona-Maresme, Huelva, València Sur-Puerto de Castelló y Puerto de Sagunt. Dos años después se añadiría la costa de Granada. Partiendo de esas premisas, el ahora Ministerio para la Transición Ecológica «avanza en la redacción de instrumentos para la protección por tramos, que constituye un plan completo, ordenado y sistemático de las actuaciones que son necesarias ».
«A medida que se progresa en la elaboración y revisión de estas estrategias mejora su alcance y calidad, al incorporar a las mismas medidas de ordenación y gestión de la costa, enlazando con el espacio marino», señalaban desde el ministerio. «Disponer de estos documentos hará posible que tanto la gestión de la costa, como las inversiones que se lleven a cabo sobre ella, partan de una previa planificación racional, desde la gestión del dominio público para incrementar la eficacia de la gestión y la eficiencia del gasto», enfatizaban desde el departamento de Ribera. Losada, mientras, incidía en que será «a partir de la mitad del siglo XXI cuando se marquen las grandes diferencias» por el llamado «efecto Antártida». Es decir, la cantidad de hielo que se fundirá en el Polo Sur durante los próximos años.
Pérdida de humedales
La ministra, por su parte, recalcaba el riesgo de riesgo de pérdida de humedales, como es el caso del lago de l'Albufera, «zonas vulnerables y particularmente importantes para garantizar el equilibrio de nuestras costas». De ahí que abogara por garantizar «una correcta gestión costera» que armonice las «actividades en tierra y la dinámica marina» y combine «el clima, la meteorología, la energía y la densidad de población, trabajando a la vez en el mar y en la costa».
Ribera, que figura en todas las quinielas para seguir en el futuro gobierno, recordaba que el buen estado del litoral es «fundamental» para un país con más de diez mil kilómetros de costa», donde reside gran parte de la población con una actividad económica «muy importante».
