El resultado del 10N demuestra que los líderes políticos no siempre son profetas en su tierra cuando se trata de arrastrar al electorado al partido que representan. En la Vall d'Uixó, donde fue alcaldesa la presidenta y síndica del PPCV, Isabel Bonig, el bloque de derechas no ha conseguido superar al de izquierdas, tras recabar un 46,21% de los sufragios en las urnas. Pese a crecer un 9,69%, los populares se han mantenido como segunda fuerza en la localidad castellonense, con un apoyo similar al recabado en las elecciones autonómicas.
Algo similar le ocurre al vicepresidente segundo del Consell del Botànic II, Rubén Martínez Dalmau (Unides Podem). Tanto en Teulada como en Xàbia, las localidades donde nació y creció el conseller, las fuerzas progresistas no logran aglutinar la mayoría de los votos y la formación morada ha retrocedido por encima del 5% en los últimos comicios.
En Morella, el pueblo del presidente de la Generalitat, Ximo Puig, en cambio, el PSOE continúa su dominio imbatible, con un 43,67% de respaldo en las generales, pese a que su apoyo se ha reducido un 8,54%. La izquierda ganó en este municipio con el 60,63% de sufragios. En la localidad de Joan Baldoví, Sueca, el bloque progresista arrasó con un 59,33% de votos (aunque su partido, Compromís, retrocedió en 797 papeletas), mientras que en Paterna, municipio de Mónica Oltra, también fueron mayoritarias las fuerzas de izquierda, de forma más ajustada.
Palanques y Sempere, dos municipios con apenas una treintena de vecinos censados, son los que registran una mayor polarización entre bloques ideológicos. El primer pueblo, situado en la comarca castellonense de Els Ports, es en el que más apoyo porcentual obtiene la derecha: el 87,5%.
