Acude a la cita, en la sede de Valencia Acoge, con su hija pequeña. María ha sido el nombre elegido para salir en este reportaje. Para ponerle «cara» a las cifras que presenta el informe del Consejo Económico y Social de España sobre los efectos y oportunidades de la inmigración. Porque tras cada cifra, hay un rostro, una persona migrante.

María llegó a España hace 12 años de un país africano que no quiere que aparezca escrito. «Allí todo tiene consecuencias. Y lo que tu hagas aquí lo puede pagar tu familia allí». Y esta familia está dividida y esparcida por el mundo. Tiene nueve hijos. Cuatro de ellos viven con su marido en el país de origen. Otros tres están desplazados en otros países africanos y la mayor vive en Europa. Ella y la pequeña viven en uno municipio de l'Horta. La «pequeña» ya va a la universidad. Objetivo cumplido.

Tiene 62 años y trabaja desde que llegó en limpieza. Una casa fija y otra por horas para completar un sueldo de unos 800 euros. El alquiler se lleva 450 euros. «El dinero que gano se queda aquí. No tengo ni para enviar a mi familia», explica. No tiene amigas. Solo tuvo una, que ya se ha ido. «La gente te mira temerosa. En mi país, si alguien se cae le ayudas. Mi vecina se cayó, fui a ayudarla y noté que me tenía miedo. La gente por la calle no te sonríe y prefieres que ni te miren a que te insulten», explica. Su hija, a su lado, reconoce que ella también tiene miedo, aunque se esfuerza por vivir como si no lo tuviera. « Insultos por mi piel oigo muchas veces, aunque los ignoro», recalca.

Limpieza en negro

Desde el servicio jurídico de Valencia Acoge, Mohssine Rezgaoui, explica que la gran mayoría de migrantes trabajan. Otra cosa es que sea con contrato ya que, sobre todo en el servicio doméstico «debería haber algún incentivo para los empleadores. Porque en función de las horas deben pagar un porcentaje y la mayoría de personas no quiere hacerlo». De hecho, son muchos los migrantes que para conseguir su primer contrato laboral -que le abrirá la puertas a regularizar su situación- se ven obligados a pagar su propia seguridad social a su empleador ante la negativa de éste a hacerle un contrato que le suponga gasto alguno.

Sin embargo, Mohssine Rezgaoui recalca «que lo que importa es una oferta oficial de empleo. El empresario no debe pagar nada hasta que Extranjería dé el visto bueno a esa oferta y entre en vigor el contrato». El técnico atiende a unas 100 personas a la semana que intentan regularizar su situación para abandonar la extrema vulnerabilidad en la que viven.

El experto jurídico de la entidad afirma la diferencia de rasgos y culturas tiene un mensaje directo sobre la aceptación e integración. «El problema es con el que no bebe alcohol, ni come cerdo o lleva velo... La integración no es que dejen de hacer todo eso, sino que exista un respeto mutuo».