La penúltima visita oficial del presidente de la Generalitat a Cataluña acabó en desencuentro público con su homólogo, Quim Torra. No fue el primero ni el último. Catorce meses después, Ximo Puig regresó anoche a Barcelona en acto formal de la mano de (y en compañía de) la patronal para abanderar la vía de la reconexión de Cataluña con las instituciones del Estado. Puig acudió a la entrega de los premios Carles Ferrer Salat de Foment del Treball, que congregó a tres ministras (Nadia Calviño, María Jesús Montero y Margarita Robles), lo que da cuenta de la trascendencia para el Gobierno. Torra estaba anunciado, pero finalmente no apareció horas después de sentarse en el banquillo por su resistencia a quitar los lazos amarillos en periodo electoral.

No es que Puig se crea esta vía blanda (no se ha movido de ella) frente a barones de su partido y otros líderes políticos que defienden la mano dura contra el independentismo, es que argumenta además que es beneficiosa para los intereses valencianos. «Tendríamos un aliado que no tenemos ahora», dijo ayer sobre un hipotético regreso de Cataluña a la multilateralidad en España.

Puig anhela así contar con el apoyo del poderoso vecino catalán en el debate, que en algún momento ha de tener lugar, sobre una nueva financiación autonómica y una ordenación territorial que tenga en cuenta la asimetría entre proyectos autonómicos. Cataluña es el amigo deseado para hacer frente a Madrid y su régimen tributario diferenciado, el famoso dumping fiscal.

El discurso territorial que maneja el líder del PSPV, muy próximo al del secretario general del PSC, Miquel Iceta («plena sintonía», dijo ayer este), encaja con la posición de las instituciones empresariales catalanas. Se vio en la reciente visita del presidente del Cercle d'Economia, Javier Faus, al Palau de la Generalitat, corroborada ahora con la asistencia a los premios de la principal patronal, presidida por un viejo conocido de los tiempos moderados del CiU, Josep Sánchez Llibre. Las entidades empresariales consideran que se ha favorecido un modelo radial del Estado que ha concentrado el crecimiento en Madrid, pero reivindican la búsqueda de soluciones al conflicto catalán.

«Que las cosas vayan mal no es bueno para el futuro. Lo bueno es que se normalice la situación», dijo ayer Puig, antes del acto. «La deriva de los últimos años tiene consecuencias. La alternativa de la confrontación y la ruptura es nefasta», sentenció.

El «amigo de Cataluña» (en frase de Iceta) no dejó tampoco de pedir «respeto», en referencia a Torra, a la «vía valenciana» de progreso. El jefe del Consell, que acudió al acto con el presidente de la CEV, Salvador Navarro, y el conseller Arcadi España, aseguró que iba también «en defensa de los empresarios valencianos».

Diálogo fue la palabra más usada por Puig en referencia a Cataluña. Tanto el president como Iceta reclamaron el apoyo de ERC a «la única alternativa» que propone el diálogo. «No es adhesión» lo que se pide, subrayó, sino entender que es «la vía mejor para avanzar» y desterrar el bloqueo.

Una cosa son los deseos y otra, la realidad. Torra ha rechazado en diversas ocasiones el retorno a la multilateralidad y ERC continúa con su no. ¿Será momentáneo?