En un universo político cada vez más monitorizado, las estadísticas demuestran cómo la relevancia de Pablo Casado se disparó en el principal portal de Internet a partir del día en que se dejó crecer la barba. O hasta qué punto fue percibido como un elemento de desesperación el video en el que Albert Rivera aparecía besando a un perro.

Tres expertos en esa denostada ciencia llamada política analizaron ayer todas las claves (y muchas más) del resultado del 10N en la cita mensual del Claustre Obert que organiza la Universitat de València (UV) y Levante-EMV.

Aída Vizcaíno, profesora de Ciencias Políticas en la UV, puso el foco de su análisis en la recuperación de los dos grandes partidos, PSOE y PP, y en el «hundimiento de los nuevos partidos que introdujeron la renovación en el sistema» como una de las consecuencias de la repetición electoral.

La experta sostiene que estas últimas formaciones «no están siendo capaces de mantener el tipo» porque, a su juicio, no están prestando suficiente atención a la estructura orgánica y se están centrando demasiado en los hiperliderazgos y en la presencia mediática, obteniendo a la larga una mayor penalización del electorado.

Aunque la experta considera que Unidas Podemos tiene una oportunidad para mantener su supervivencia con la entrada en un gobierno progresista, también observa una «realineación» hacia el primer partido de cada bloque ideológico y un «grave problema» orgánico del partido morado en la C. Valenciana.

En cualquier caso, a la hora de leer el resultado, Vizcaíno concluye que la población española es consciente de la diversidad y quiere que haya pactos, acuerdos y una solución política al rompecabezas de la gobernabilidad, desencadenado por la existencia de un mayor desequilibrio entre bloques en el eje identitario del tablero político del Parlamento y por el aumento de la competencia en los dos lados ideológicos, especialmente en el espectro de la derecha.

A partir de ahí, la profesora planteó dos escenarios plausibles con un ejecutivo de PSOE y Podemos: uno en el que se priorice la agenda social, con proyectos que puedan recabar apoyos puntuales de la oposición y otro en el que se apueste por la vía territorial, aprovechando la fuerza que han ganado los partidos periféricos en el Congreso para acometer las demandas autonómicas, dentro de un encaje que pueda contribuir a apagar el conflicto catalán.

«Puede ser el momento de revisar el Estado de las Autonomías y de elevar el papel de los territorios», apuntó Vizcaíno. La experta también cuestionó que Compromís sea el gran derrotado el 10N: fue el único partido de izquierda que ganó votos.

Àlex Comes, especializado en comunicación política, se centró en analizar las claves de una campaña donde la defensa de España frente a la cuestión catalana y el problema de la gobernabilidad relegaron las discusiones ideológicas casi a la mínima expresión. La banalización de los debates electorales o el crecimiento de campañas de «fake news» de los partidos en las redes sociales fueron otros elementos aportados por Comes.

La influencia de las encuestas

El economista José Manuel Pavía, catedrático de métodos cuantitativos, abrió la primera intervención de la tarde con un mensaje que puede parecer transgresor: las encuestas previas al 10N (a excepción de la el CIS) fueron «muy precisas», más que las de abril, a la hora de predecir el desenlace de la repetición electoral, con muy pocas desviaciones para los grandes partidos.

El profesor universitario señaló el conflicto catalán como principal vector que catapultó a Vox y demostró la influencia de las encuestas en el condicionamiento de los votantes. De nuevo, la importancia de la monitorización.